Hace ya muchos años se ha ido instalando en la opinión pública el discurso que el Turismo es la Industria del futuro, una industria sin chimeneas, o sea, adecuada a la actual época de cambio climático.

por Horacio A. Feinstein

 

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El Delta del Paraná a sólo 30 Km de la Casa de Gobierno Nacional es un área natural inmejorable para el turismo atrae público nacional y extranjero (ya que por ser el único delta en el mundo que desemboca en un estuario de agua dulce, presenta características especiales). Y se presta muy especialmente para un turismo intensivo en recursos humanos y culturales (existentes entre la población isleña) que no requiere de costosas inversiones fijas.

O sea que rápidamente, si se implementaran políticas públicas consistentes, podría haber en el Delta un interesante flujo turístico todo el año que al mismo tiempo aporte sinergia al turismo recreativo de educación ambiental, fundamental para hacer conocer el humedal en escuelas y colegios señalando la relevancia del mismo (para uso recreativo, por el contacto de las personas con la naturaleza, por ser regenerativo del aire y agua, para la biodiversidad, etc.)  para los 15 millones de habitantes de la región metropolitana bonaerense.

Mientras tanto, la población isleña vive cotidianamente de drama en drama por el abandono del Estado. La especificidad del humedal para la vida isleña nunca fue comprendida por las autoridades públicas (tal vez el peor disparate haya sido el tendido de líneas eléctricas como si el delta fuese una extensión del continente) probablemente porque la escasa población (unas 20.000 almas) poco importa cuando hay elección de autoridades.

Es así que, después de la “plaga” que azotó al país entre 2015 y 2019, hacia finales de este año la población isleña recibió a las nuevas autoridades con entusiasmo ya que imaginaba que ¡por fin! -frente a tantos problemas para la vida isleña- iba a empezar a ser escuchada. De hecho, sucedió de inmediato. Sin embargo, a los pocos meses la comunicación desde el sector público empezó a ralear, las promesas realizadas no tuvieron concreción y el servicio eléctrico sigue siendo pésimo (cortes reiterados y prolongados) mientras la empresa Edenor responde con ineptitud y displicentemente a los cortes de energía por problemas con las líneas aéreas, continuamente castigadas por caída de árboles.

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Postes de Luz de Edenor sin mantenimiento

Análogamente, cuando a comienzos de 2022 asumió con rango elevado el ministro de Transporte de la Provincia de Bs. Aires (ver https://plumaderio.com.ar/la-poblacion-islena-sufre-incendios-en-la-tierra-y-en-el-rio/) formuló declaraciones altisonantes acerca de cambios de fondo en el servicio de transporte fluvial de pasajeros. Sin embargo, a los 4 meses de ello, la crisis del transporte se ha agudizado y los paros de lanchas son sorpresivos y por tiempo indefinido, por lo cual la población isleña está en el peor de los mundos dado que no hay transporte público alternativo.

Otro inmenso revés ha sido que luego de varios años de tratamiento de la Ley de Humedales por el Congreso de la Nación, a finales de 2021 cuando parecía que finalmente esa ley tan importante para el Delta iba a ser realidad, perdió estado parlamentario y todo quedó a fojas cero, con el agravante que la promesa de esa norma fue utilizada en la campaña electoral por el actual gobierno.

Es así que la desazón no sólo es creciente entre la población isleña sino que la vida cotidiana se le ha vuelto una pesadilla. Para tener una impresión de primera mano de ello, entrevistamos a Martín Nunziata, quien vive en el Delta hace 44 años y sigue siendo desde entonces uno de los grandes luchadores por los derechos ciudadanos isleños, miembro fundador de diversas organizaciones sociales isleñas al frente de las cuales siempre está y por ende referente indiscutido. MN plantea, «¿qué hacer?, ahora ante un paro indefinido de lanchas colectivas; poco antes fueron masivos cortes de energía, la educación (intentaron cerrar escuelas), la salud (hay una deuda estatal tremenda). Otras crisis ocurrieron por fenómenos críticos de contaminación (peces muertos, basura, cianobacterias) a las que se agrega el escollo creciente por la inexistencia de surtidores de combustible en islas y así sucesivamente a lo largo de los meses y años.  Todo ello evidencia que estamos poco menos que desheredados de los Estados (Municipio, Provincia, Nación) y surge nuevamente la pregunta ¿qué hacer?»

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Contaminación del Río Tigre

Dice MN: «Tenemos que salirnos (los isleños) del mundo del WhatsApp, no nos queda otro remedio ya que del WhatsApp no van a surgir las soluciones a situaciones críticas.”

“En momentos en que se reivindica la soberanía de las Islas Malvinas -cosa con la que estamos totalmente de acuerdo- en un territorio insular soberano como es el Delta por el cual no hay que luchar con potencias extranjeras la situación es tan crítica debido a los problemas y dificultades que sufrimos los pobladores isleños que los grupos de WhatsApp  específicos se ven todo el tiempo desbordados por el tema más urgente y ello pasa una y otra vez frente a la gravedad del problema y la desolación ante el Estado que no gestiona, no controla ni regula a los monopolios (Edenor, Interisleña) . Ello a pesar de que diversas organizaciones isleñas se han trasladado a La Plata para realizar gestiones ante las distintas autoridades en pos de dichos problemas y en numerosas ocasiones hemos llevado propuestas elaboradas y concretas -algo poco común en la sociedad contemporánea. En este sentido, el CAPI (Consejo Asesor Permanente Isleño) y la Dirección de Plan de Manejo {N. de la R: ambas, del Municipio de Tigre}, no tienen la suficiente entidad para atender todo lo que está pasando». MN plantea la necesidad de superar esta etapa de anomia del Estado y también de la propia población isleña, escasamente movilizada.

Para ello advierte que siempre se habla de la falta de recursos para dar soluciones a los problemas. Sin embargo, dice MN: «En el caso del Delta hay muchos tributos potenciales que podrían implementarse debidos a los diversos recursos que del Delta se extrae y sólo falta decisión política de ponerlos a disposición del territorio donde esos recursos se generan: la tasa de embarque pagada por los pasajeros de lanchas colectivas que vienen al Delta a recrearse, el canon arenero por la extracción del recurso del lecho del río, guarderías con miles de lanchas que navegan por el Delta (erosionando las costas) que deberían pagar una tasa que solventara la protección de esas costas así como la rotura de muelles y amarras. Las empresas de turismo en el Delta deberían pagar una tasa por la actividad que aprovecha el paisaje y la naturaleza sin dejar un peso en el Delta, el agua  que se extrae  y luego se potabiliza (plantas de Aysa en Palermo y Escobar) para ser provista a la población del área metropolitana, el río Paraná usado como si fuera una hidrovía, por donde circulan buques que transportan millones de toneladas/año sin dejar un centavo a pesar de contaminar con hidrocarburos y erosionar las costas (ver https://www.elcohetealaluna.com/paren-de-secar-al-rio-parana/)

Finaliza diciendo MN: «La gesta de Malvinas y el reclamo por nuestra soberanía en esas islas es legítima y nos dignifica; en cambio en las islas del Delta -donde no hay potencia extranjera acosando- la población está abandonada a su merced frente a condiciones monopólicas en los servicios básicos que atentan seriamente contra la vida isleña. Por ello -y ante la crónica falencia de la Dirección Provincial de Islas- se requiere la presencia personal del gobernador provincial para que conozca directamente la realidad isleña y a la comunidad organizada con propuestas y se comprometa inmediatamente a empezar a dar soluciones concretas.»

Sin duda, las autoridades provinciales deberían prestar bastante atención al Delta y su población ya que es la principal zona de esparcimiento y de regeneración ambiental en la región metropolitana bonaerense que, en la actual época de cambio climático, con el tiempo tenderá a valorizarse si y sólo si ella se mantiene como humedal, con su población isleña, para deleite de las 15 millones de habitantes de la región.

Mientras tanto, ante el agravamiento de las condiciones básicas de vida -difícilmente sostenibles para la población isleña- la conclusión a la cual llega ésta respecto a la desidia gubernamental (nacional, provincial y municipal) es que todo tiende a favorecer el despoblamiento de las islas? (ver https://www.elcohetealaluna.com/agonia-y-resurreccion-del-delta/)? para que entonces sean adquiridas a precio vil por los “desarrolladores inmobiliarios” que procuran por todos los medios de aprovechar tierra barata para construir barrios cerrados/countries  rodeados de naturaleza para, después, terminar vendiéndola en lotes y obtener así fabulosas ganancias en detrimento del ambiente del humedal y del remanente de pobladores isleños, quienes sufren mayores y más frecuentes inundaciones debido a los alteos (polders) que hacen los especuladores para que esos terrenos  queden por encima del nivel de las mareas altas.

El Delta cuenta con una población de personas inquietas capaces de aportar muy positivamente al desarrollo sostenible e inclusivo del humedal de manera que éste prosiga brindando a la región metropolitana bonaerense servicios ecosistémicos fundamentales para la vida humana, a saber: provisión de agua y oxígeno, captura de carbono, amortiguación de inundaciones y esparcimiento en contacto con la naturaleza. Todo ello en lugar de ser transformado en una extensión del continente por las presiones de la actividad especulativa inmobiliaria que lo quiere destinar exclusivamente para unos pocos.