La estrategia de Cambiemos es bastante dispar. En cada distrito se destripan los socios y mucho más allí donde no florecen liderazgos.

 

Desde Casa Rosada, sin embargo, la orden impartida es clara: lista de unidad para las primarias en todas las provincias.

La semana pasada Elisa Carrió levantó la voz y el internismo ganó otra vez terreno. Mariana Zuvic, por su parte, aprovechó también para fustigar a los radicales, a quienes calificó de “pechos fríos”. Y estos, que pugnan por ganar buenos lugares en las listas, protestaron con tibieza.

El enchastre estaba hecho. El presidente es el único capaz de apaciguar las aguas en estos casos. Disciplina con el bastón de mando, como también hicieron sus antecesores. Lo único que no termina de quedar claro es si los sucesivos chispazos internos obedecen al clima preelectoral o si existe verdaderamente un desgaste entre los socios de gobierno.

En la ciudad de Buenos Aires el tema está irresuelto. El radicalismo local le reclama al PRO que habilite la competencia con Martín Lousteau. Pero Mauricio Macri insiste con la lista única y no hay quién lo convenza. Todo parece que derivará además en una disputa por el sello electoral «Cambiemos».

Algo similar sucedió en Chaco. Allí el senador y ex gobernador radical Ángel Rozas se adueñó del armado de la lista, desplazando al macrismo y a la Coalición Cívica. Y tras las quejas, el Tribunal Electoral ratificó la ruptura: sólo la Unión Cívica Radical (UCR) podrá usar allí el sello institucional de la alianza.

Mientras tanto, hacia el límite sur, en Santa Fe, la realidad no es muy distinta. El frente gobernante conformado por radicales y socialistas estuvo cerca de quebrarse. Según el diputado provincial por la UCR y ex vicegobernador Jorge Henn, en su partido la mayoría no comparte “el rumbo político y económico que lleva adelante el gobierno de Cambiemos”.

Pero los compromisos nacionales son más fuertes. Allí José Corral, actual titular de la UCR a nivel nacional, es la punta de lanza de la Casa Rosada. Para zanjar las diferencias, los radicales quedarán bien con todos: irán con el PRO en la lista de diputados nacionales y con el Partido Socialista para los cargos locales.

En Córdoba la situación aparenta estar encarrilada, pero los heridos se cuentan por doquier. El presidente impuso a Héctor Baldassi como primer candidato a diputado y los radicales quedaron enredados en su propia interna. Pelean los lugares contando desde el segundo puesto, pero el intendente de la capital, Ramón Mestre, procura colar el nombre de su hermano Diego contra las pretensiones de dos contendientes de peso: el presidente del interbloque de diputados oficialistas Mario Negri y el ministro de comunicaciones Oscar Aguad. En el medio, claro, desde Casa Rosada intentan asegurarle un hueco al sector de Luis Juez.

En Salta, cuando hay tormenta, todos aseguran que Cambiemos irá a las primarias con tres listas. Cuando escampa, radicales y macristas dicen tener un acuerdo casi listo. Martín Grande sería la persona elegida para encabezar, pero nada es seguro.

Como en Río Negro. Allí las denuncias de clientelismo entre dirigentes radicales tiene en vilo el armado provincial. En Entre Ríos, mientras tanto, casi estalla todo por los aires cuando empezó a danzar el nombre de Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural, como posible candidato.

Por su parte, en Tucumán, la disputa es entre dos funcionarios: el titular del Plan Belgrano, José Cano, y el secretario de Vivienda de la Nación, Domingo Amaya. El gobierno asegura no tener preferencias, pero sólo habrá una lista, sin opción para primarias. Similar a lo que pasa en Formosa, donde los ternados son el senador Luis Naidenoff y el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile; dos radicales que esperan el guiño del macrismo.

Igual o peor están en Tierra del Fuego. “Una cantidad significativa de radicales no nos sentimos cómodos con la figura de Cambiemos, y ésta no es una novedad”, declaró semanas atrás el presidente del radicalismo fueguino. Allí se acuerdan de Mauricio Macri cada vez que verifican los números que está dejando la política de importaciones indiscriminada.

Todo se empantana muy a menudo. En las provincias bajo sello oficialista, la lista la arma cada gobernador. El problema es el universo restante y cómo congeniar las apetencias de cada uno con el mandato de asegurar una única lista por distrito. Más se acerca el cierre de candidaturas, más se evidencia la fragilidad de una alianza gobernante que apenas tiene dos años.