Un experimento realizado por el reconocido perito Enrique Prueger desmiente los resultados de la autopsia realizada en el cuerpo del joven.

 

A días de cumplirse un año de la desaparición forzada -tal la carátula de la causa- del jóven militante oriundo de la localidad bonaerense de 25 de Mayo, el instituto neuquino que coordina el licenciado en Criminalística, Enrique Prueger, revisó la autopsia que indica que el cuerpo estuvo sumergido entre 53 y 73 días en el río Chubut e introdujo nuevos elementos que ponen en duda la veracidad del informe.

Se trató de una experimentación en el lugar donde se halló el cadáver de Maldonado, en la que introdujo un kilogramo de carne en el agua y a partir de allí fueron verificando, semana a semana, su degradación parcial. El estudio reveló que en un plazo de 40 días se redujo casi a la mitad producto de los peces depredadores y las alimañas.

De esta manera, Prueger discute la autopsia final debido a que la degradación del cuerpo del joven no fue tal, según consta en la autopsia, y que sostiene que estuvo entre 53 y 73 días sumergido bajo el agua.

En diálogo con Página/12, el perito afirmó que Maldonado había sido “plantado por alguien desde unas horas antes a unos diez días previos” y abrió el paraguas a otra hipótesis: “Murió ahogado y su cuerpo fue escondido en algún lugar antes de ser arrojado al río para que se lo descubriera, o fue apresado, escondido -si había sido golpeado tal vez para esperar que sus golpes desaparecieran- y luego ahogado y colocado en ese lugar”.

El trabajo de Prueger correspondió a una de las dos etapas del estudio. La segunda fue la realizada por Leticia Povilauskas, licenciada en Geología y Palinología, quien relacionó las prendas de Maldonado con el entorno vegetal de la zona del río Chubut.

En efecto, analizó el pantalón, pullover, chalina, calzoncillo, medias y suelas de los borceguíes, es decir, lo que llevaba puesto el día de la represión de la Gendarmería en el Pu Lof en Resistencia de Cushamen. En las prendas halló granos de polen pertenecientes a la vegetación de zonas boscosas de la Patagonia.

Al respecto, señaló que “bajo ningún punto de vista” estos restos de polen encontrados en las muestras periciadas podían permanecer adheridos a las prendas sumergidas en el agua. Según Povilauskas, el tiempo que habría estado el cuerpo en el agua, la poca velocidad de la corriente del río, la energía presente en el medio acuático y la cantidad de oxígeno removido, hacían que el polen “se desprenda fácilmente de las ropas, sobre todo en materiales de nylon tipo impermeable como es el caso del pantalón”.

De este modo, indicó que “en un lapso de tiempo no mayor a 20 o 30 días, no estaríamos en presencia de granos adheridos a las ropas”. ¿Cómo fue posible haberlos hallado después de 73 días? Para Prueger es un “dato científico contundente, que no fue tenido en cuenta a la hora de confeccionar el informe final”.