La culpa no es de las cianobacterias sino de quien les da de comer: comunicado por la intoxicación del Delta y el Río de la Plata en manos del modelo extractivista y de destrucción planetaria.

por: Observatorio de humedales Delta

 

Cianobacterias

“Prohibido estar en contacto con el río”. Estado de alerta social por presencia de cianobacterias en el río Paraná.

Aún no terminó la pandemia y ya tenemos una nueva plaga biológica encima. ¿A las medidas de distanciamiento y el barbijo para cuidarnos de un virus en el aire ahora se nos suma no poder utilizar el agua del río y tener que aplicarle tratamientos por estar contaminada con cianobacterias? ¿Será que la Pachamama nos quiere decir algo? ¿Qué viene después de esto? Algo pasa con los humedales, pulmones y riñones del planeta, en particular con el gigantesco filtro de agua que forman las islas del Delta del Paraná.

Una vez más, la alerta temprana la dio la población isleña y no los organismos encargados de monitorear el ambiente o de controlar el vertido de contaminantes sin tratamiento a las cuencas hídricas. Una vez más, la voz de alarma llega desde la  población isleña y ribereña, a través de las fotos de aguas verdosas que fueron bajando desde río arriba por las redes. A esto se sumó el compromiso activo de las organizaciones socioambientales locales que extendieron la preocupación a la Dirección de Plan de Manejo del Delta. El diálogo y la articulación con las organizaciones locales, permitió que se emitiera una Alerta de Peligro y la recomendación de “No bañarse” “Ni hacer uso doméstico del agua”. Sin embargo, el estado insiste en proponer alternativas sin escuchar ni generar espacios de articulación real y fluida con la población local. Un comité de Crisis interdisciplinario y con participación local es urgente.

No se puede cuidar lo que no se conoce. Quienes conocemos el humedal deltaico somos quienes vivimos en él.

Junto al grupo de Sensores Comunitarios (CoSensores), uno de los colectivos de investigadorxs y estudiantes universitarixs que compone nuestro Observatorio, obtuvimos la primera prueba diagnóstica de la presencia de cianobacterias tóxicas del género Microcystis en el Delta de Tigre.

Vamos por pasos:

  1. ¿Por qué hay cianobacterias?

La floración de cianobacterias es la punta del ovillo. Estamos viviendo en un escenario de multicausalidad, altísimos niveles de alteración y degradación de todos los ecosistemas planetarios:

  • La profundización del modelo productivo agroindustrial destinado a la generación de commodities necesita aplicar cantidades cada vez mayores de fertilizantes y agrotóxicos. Estos llegan a las napas y las aguas de los ríos aportando grandes cantidades de fósforo y nitrógeno, que sirven de alimento a las cianobacterias. Por eso decimos que es consecuencia de un modelo que contamina.
  • En lo que va del año, en el Delta se han quemado más de 300.000 hectáreas de humedales. Esto no sólo ha generado la muerte de un sinfín de animales y plantas, sino también grandes cantidades de cenizas que arrojadas al aire y al agua también generan un impacto ambiental. Las quemas son resultado del aumento de la cantidad de parcelas destinadas a la otra pata del modelo Agroindustrial, que es la Ganadería a gran escala. Se instala de manera permanente en las islas y requiere quemar para secar e introducir ganado.
  • La alteración del flujo hídrico dentro de la cuenca del Paraná y Luján: generada por los endicamientos necesarios para secar los terrenos y así plantar oleaginosas (soja, girasol, maíz) o ganadería. Y por el aumento de barrios cerrados que rellenan los humedales. El modelo “miamizado” se extiende por toda la cuenca  y el país.
  • Estamos transitando la crisis hídrica más intensa de los últimos 50 años, los niveles del río Paraná son extremadamente bajos. Al año de “la Niña” (Fenómeno de variabilidad climática natural) de fuertes sequías y altas temperaturas, se le suma el famoso cambio climático, resultado de la crisis ambiental de las últimas décadas, el cual se vincula a que los fenómenos extremos como estas sequías y altas temperaturas sean aún más extremos.
  • Agrava aún más el bajo nivel de los ríos, el manejo de represas con fines de producción de energía eléctrica en la parte alta de la cuenca del Paraná. El desmonte de la Amazonia y la Selva Paranaense disminuyen las lluvias y el caudal de las cuencas. En la ecorregión del Pantanal, también un humedal cuyos ríos desaguan en el Paraná, se han instalado nuevas represas en los últimos años. En esas represas se favorece el crecimiento de las cianobacterias, Yaciretá principalmente es el foco más cercano.
  • Es cada vez mayor la generación de desechos altamente contaminantes que son arrojados al río sin tratamiento. Estos son los residuos líquidos o lixiviados industriales, domiciliarios (residuos domésticos del uso de detergentes y jabones; y residuos cloacales).

En síntesis una carga de contaminación en constante aumento dentro de la cuenca y  un caudal de los ríos extremadamente bajo han sido las condiciones para una reproducción artificial y  explosiva de las cianobacterias, síntoma del enorme desequilibrio ecosistémico presente. El cambio climático, las represas y el agronegocio tienen un origen común en un modelo de desarrollo degradante de las formas de vida humanas y no humanas. El peligro de las cianobacterias se multiplica con altos niveles de vulnerabilidad producto de la desigualdad social determinando que se dispare el riesgo sanitario de intoxicación.

 

 

2. Algunos efectos de la floración sobre la salud humana y no humana:

Las cianobacterias son tóxicas para seres humanos y no humanos. Los mayores problemas son la bioacumulación y los efectos agudos generados por la exposición a grandes cantidades de toxinas. Pueden ser silenciosas en su efecto y difíciles de percibir. Generan lesiones en el hígado, riñones y otros órganos vitales, a veces lentas e imperceptibles aunque su impacto acumulativo puede tener una dirección letal.

Algunos de los principales síntomas son: erupciones y manchas en la piel; irritación en los ojos; problemas gastrointestinales (malestares estomacales, náuseas, vómitos, diarreas). Incluso generan intoxicación neurológica, es decir, afectan al sistema nervioso y puede haber pérdida momentánea de movilidad corporal, fatiga muscular, pérdida de sensibilidad. Dado que es una toxina, el efecto permanece mientras esté en el cuerpo, por lo que se recomienda acudir a centros de salud comunitarios para evaluar tratamientos.

En las plantas la toxina es capaz de permanecer adherida a los alimentos regados con el río y luego envenenarnos. Por eso es un gran problema para nuestra soberanía alimentaria basada en huertas de autoconsumo. En cuanto a los peces, fauna nativa y animales domésticos o de las granjas isleñas, las toxinas se bioacumulan y concentran aún más.

Dada la alarma social en las redes, ya se han detectado casos de efectos en la piel e intoxicaciones gastrointestinales, neurológicas y muertes de animales. Vecinos y vecinas advierten y reportan lo que les sucede diariamente.

 

3.  La responsabilidad en la generación del problema y su solución:

Es un fenómeno multicausal, sí, pero los responsables principales son quienes promueven el agronegocio y los sectores gubernamentales que omiten las consecuencias y generan políticas públicas para que este modelo de (mal) desarrollo se profundice. En el afán de instalar un modelo  extractivista implacable, aumentan las áreas de producción y uso de agroquímicos; velozmente desmontan, incendian las islas y destruyen los ecosistemas naturales. Y se oponen a la Ley de Humedales.

Al día de hoy han logrado un nuevo hito en su maquiavélica colección de daños a la salud y al ambiente en los territorios.

Uno de los mayores ríos de vida cultural y biológica de Latinoamérica transformado en autopista para la exportación de soja y minerales. Ahora, la Pachamama nos advierte, como el Riachuelo y el Reconquista, el Paraná, el “gran río” así nombrado por la gran nación Guaraní, se transforma progresivamente en una cloaca verde a cielo abierto. Y eso que aún no es el estercolero de las tétricamente rentables fábricas de cerdos.

El Estado en todas sus escalas es responsable:

  • Por no preservar los humedales y sus poblaciones.
  • Por no escuchar las alarmas que se vienen haciendo desde las organizaciones ambientales y vecines de a pie. Hace años se difunde la campaña “Paren de Fumigar”, por ejemplo.
  • Por desvalorizar los saberes locales respecto al funcionamiento ecosistémico y sus alteraciones.

En junio de este año el CAPI (Consejo asesor permanente isleño), presentó a la Municipalidad de Tigre una nota solicitando la medición de fosfato y nitrato porque ya advertimos que estaba presente en el río. Sin embargo, no respondieron.

La recomendación oficial de no tomar contacto con el agua del río, es prácticamente imposible viviendo en el Delta y más aún sin una alternativa real que la reemplace.

Ahora estamos en alarma, desesperación y angustia social.

4. La solución se crea en los territorios:

Ante la ausencia de respuestas del Estado y la urgencia del caso, vuelven a prevalecer las soluciones autónomas de lxs isleñxs asumiendo sobre sus cuerpos las consecuencias del fenómeno y de la experimentación para encontrar soluciones.

Como alternativa desde el territorio circulan debates y preguntas en las redes acerca de los tratamientos caseros preexistentes, algunos de los cuales hasta podrían aumentar el riesgo de intoxicación. El cloro y el sulfato de cobre, por ejemplo, matan a las cianobacterias y liberan las toxinas al agua. Las toxinas no se destruyen tampoco al hervir el agua, son extremadamente resistentes y pueden perdurar meses o incluso años hasta degradarse.

Hay vecinxs haciendo perforaciones en la napa de las islas, aljibes y “pozos de emergencia” cuya efectividad es uno de los temas que se están investigando.

También se promocionan tecnologías más sofisticadas y prometedoras pero aún de incierta eficacia. No hay forma de saberlo sin un costoso análisis sistemático, caso por caso. Además la responsabilidad en el uso técnico correcto corre por cuenta propia. ¿Cada cuánto tiempo debe cambiarse un filtro de carbón activado? ¿Cómo se comporta en el tiempo una planta de electro-floculación con las cianobacterias? Aún no lo sabemos. La probabilidad de que un método no funcione correctamente es muy alto, se trata de toxinas que o bien causan un cuadro de intoxicación aguda o se acumulan en el cuerpo. De ambas formas causan daños muchas veces irreversibles, en el corto o largo plazo.

De todas formas, los tratamientos de agua por ahora “experimentales” -oficialmente no hay ninguno recomendado- permiten a quien puede afrontar sus costos -una pequeña minoría- individualmente continuar utilizando el agua del río para el uso doméstico y mantener una higiene mínima.

Está claro que la mayoría de lxs isleñxs continúan su vida en contacto con el río contaminado y la recomendación oficial termina en un mensaje vacío. Mientras tanto el acceso a agua potable pasa a ser un privilegio en lugar de un derecho.

¿Quién va a responsabilizarse de todo esto? ¿Quién le va a poner un límite a la contaminación del agronegocio? Alzamos nuestra voz en pie de lucha para frenar el ecocidio y genocidio que pretenden.

No se trata sólo de denunciar una nueva vulneración a nuestro derecho a un ambiente sano. Es recordarnos que sin agua no hay vida.

5. Proponemos:

La apertura del Comité de Crisis creado por las autoridades nacionales y municipales a la participación de organizaciones locales, vecines, funcionarixs gubernamentales (de ambiente, salud, DPMID, desarrollo local, etc.) y científicxs. Para elaborar alternativas y monitorear lo que sucede en Yacyretá y aguas abajo.

Generar un sistema de relevamiento del riesgo sanitario que recopile la información respecto de las afecciones en la salud, muertes de animales. Para dimensionar el problema y saber el alcance de las intoxicaciones debemos tener reportes frecuentes de los hospitales y salitas de la zona, etc.

Campañas de información y recomendaciones: Informar correctamente a la población respecto de las afecciones a la salud humana-no humana. Clarificar los métodos de purificación de agua.

Generar sistemas de potabilización del agua de uso doméstico, cuyo financiamiento podría venir de los responsables o cómplices de los daños. Quien daña tiene que pagar.

Incrementar la provisión de agua potable por parte de AySA. Que se extienda a las otras secciones del Delta y amplíen los recorridos a zonas de difícil accesibilidad o que no cuentan con acceso al sistema de transporte fluvial.

Que se ponga en funcionamiento el “Plan integral estratégico para la conservación y el aprovechamiento Sustentable del Delta del Paraná” (PIECAS-DP), órgano encargado del ordenamiento ambiental-territorial del Delta del Paraná. Además, el Comité Internacional de la Cuenca del Plata. Ambas instancias permiten monitorear y generar soluciones integrales a un problema altamente complejo.

La salud del humedal y la humana son una sola.

Nos mantenemos en estado de alerta. ¡Paren de fumigar! ¡Paren de desmontar! ¡Paren de incendiar! ¡Paren de rellenar! ¡Paren de contaminar!

Reclamamos acciones para una solución integral y urgente a la contaminación del mayor sistema hídrico de nuestro país.

El agua vale más que la soja ¡El Paraná dice Basta!

 #Ley de Humedales Ya