Cerca de un 80 por ciento de los casos y una proporción aún mayor de las muertes por esta causa se registran hoy en países de bajos ingresos, donde prácticamente no hay acceso a la detección y tratamiento de esta enfermedad.
Se trata de un cáncer que se forma en los tejidos del cuello uterino (el órgano que conecta el útero con la vagina). Por lo general, crece lentamente, y puede no tener síntomas.
Sin embargo, puede encontrarse con un frotis de Papanicolaou común (un procedimiento en el que se raspan células del cuello uterino y se observan bajo un microscopio). La causa del cáncer de cuello uterino es casi siempre por infección con el virus del papiloma humano (VPH).
En sus etapas más tempranas, el cáncer cervical es más tratable y por lo general no produce ningún síntoma y es por esta razón que frecuentemente las autoridades de salud insisten en la realización de citologías periódicas, a través de campañas y autorizaciones anuales en las entidades de salud para que se tomen el examen, además de la importancia de protegerse con preservativo a la hora de tener relaciones sexuales.
Cuando los síntomas aparecen, los más comunes son:
Síntomas de la enfermedad avanzada
Recordar que la enfermedad sólo se transforma en mortal cuando se convierte en invasora. Y permanece no invasora durante cinco a 10 años, período en el que es fácilmente detectable por el Papanicolaou.
El cáncer de cuello uterino es causado por los virus de papiloma humano (VPH). Hoy existen vacunas seguras y eficaces contra los tipos de VPH responsables de la mayoría de los casos de cáncer, que en el país son gratuitas y obligatorias para chicas de menos de 13 años, pero las pruebas de detección (básicamente el PAP) para cáncer o pre-cáncer siguen siendo una estrategia fundamental.
Los virus de papiloma son fáciles de transmitir y tienen una alta prevalencia. De hecho, el VPH es la infección de transmisión sexual más común. Se estima que hay en el mundo aproximadamente 630 millones de personas infectadas y que sólo en Estados Unidos cerca del 40 por ciento de las mujeres jóvenes se infecta con el VPH en los primeros tres años desde su debut sexual. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, estas infecciones desaparecen gracias a respuestas inmunológicas naturales: la gran mayoría de las infecciones por VPH son temporales y dejan de ser detectables en análisis moleculares después de un periodo de 4 a 18 meses.
En general, las mujeres contraen el VPH entre los 16/17 y 30 años, y el pico de infección coincide con el comienzo de la actividad sexual. Usualmente el cáncer de cuello uterino se detecta mucho más tarde, por lo general después de los 40 años, con una incidencia pico alrededor de los 45 años y una mortalidad pico cerca de los 60 años. Por lo tanto, generalmente hay una demora prolongada entre la infección y el cáncer invasivo.
El cáncer de cuello uterino comienza con la infección del cuello uterino por VPH. El cuello uterino es la parte inferior del útero y conecta al útero con la vagina. La vagina y la parte inferior del cuello uterino están revestidas por células planas (escamosas), mientras que la superficie interna del canal al útero está formada por células con forma de columnas altas (durante una prueba de Papanicolaou o “Pap”, se retiran algunas de las células escamosas de la superficie del cuello uterino para examinarlas). El área en la que convergen las células planas con las células con forma de columna se denomina la zona de transformación, y es un área particularmente vulnerable a los ataques del VPH. Tanto el pre-cáncer como el cáncer generalmente surgen en la zona de transformación.
Normalmente, las capas superficiales del cuello uterino mueren y se desprenden, con un flujo controlado de nuevas células que se forman constantemente y empujan hacia arriba desde abajo, de forma similar a la renovación de la piel. Sin embargo, con una infección persistente por el VPH este proceso se interrumpe. Las células de la capa inferior continúan multiplicándose a medida que avanzan hacia la superficie, en lugar de madurar y finalmente morir. Primero se vuelven anormales (precancerosas) y, después de un tiempo, desarrollan propiedades cancerígenas. Cuando invaden el tejido muscular profundo, el tejido fibroso y luego los órganos que rodean al útero, la paciente tiene cáncer invasivo.
La mayoría de las infecciones por el VPH se resuelve espontáneamente, pero entre el 5 por ciento y 10 por ciento de las mujeres que se infectan con tipos de alto riesgo desarrollan infecciones persistentes, y esto puede causar cambios precancerosos denominados lesiones. Ni las infecciones nuevas ni las persistentes presentan síntomas, por lo que las mujeres deben realizarse pruebas de detección periódicas para supervisar el posible desarrollo de lesiones.
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