Agustina Petrella denunció que sufrió esta forma de violencia de género cuando nació su hija Milagros, en 2015.

 

La presentación fue hecha contra la obra social, el obstetra, la neonatóloga y la clínica. El precedente.

La actriz Agustina Petrella, de 43 años, interpuso la primera demanda judicial del país por violencia obstétrica al considerar que no fueron respetados ni sus derechos de madre ni los de Milagros, su beba recién nacida.

La presentación fue realizada contra la neonatóloga, el obstetra, la obra social y una clínica de Palermo (CABA) en la que se produjo el nacimiento de su segunda hija, sucedido en 2015.

Cuando Petrella quedó dio a luz a su primer hijo, el momento no fue lo que ella esperaba. Por tanto, ante la llegada de Milagros, intentó experimentar el llamado “parto respetado”, según publicó el sitio Infobae.com. Para esto, pidió por escrito que en el parto no hubiera gente de más, que las luces estuvieran bajas y que, salvo que la beba tuviera alguna complicación, la apoyaran en su pecho rápidamente, sin bañarla y sin pincharla, para respetar lo que se conoce como «la hora sagrada».

Sin embargo, ninguno de los derechos le fueron cumplidos, de acuerdo a su testimonio. La jefa de neonatología le dijo que «ellos no hacían partos humanizados» y que si en el momento no había habitación podían separarla de su hija por más de 8 horas. Llegó el momento de la cesárea y efectivamente no había habitación. «Nos iban a separar y ya no podía hacer nada», contó al respecto.

«Yo estaba aterrada y me hicieron subir sola. Me dijeron ‘desvestite que ya estamos muy atrasados’. Les dije que necesitaba ir al baño, primero me dijeron que no y cuando finalmente me dejaron, empezaron a golpearme la puerta», relató, entre otros destratos.

Milagros nació sin complicaciones pero no se la pusieron en el pecho. Una hora y 10 minutos después, seguía sin verña. «Cuando fuimos a reclamar, la trajeron. Estaba dormida, bañada, aspirada y ya la habían pinchado. Al rato vomitó algo blanco y me di cuenta de que le habían dado leche de fórmula. Absolutamente todo lo contrario de lo que yo había pedido», sentenció.

«Al segundo día, vinieron a buscar a la beba para los controles. Como no la traían, fui a ver qué pasaba. Había un montón de bebés llorando, algunos estaban desnudos, mientras que las que tenían que cuidarlos estaban llenando planillas. Pregunte qué pasaba y me trataron muy mal. Y al final una dijo ‘dásela’, así despectivamente», siguió.

Horas después, la coordinadora de neonatología se dirigió hacia ella: “acá sabemos bien quién sos vos, vos sos la que presentó la cartita. Acá no estamos para cumplir los caprichitos de los padres» y le pidió a la nena “por las buenas sino te la judicializo y te la saco por la fuerza». Después entró el obstetra: «Me dijo que me daba el alta, que, por cómo estaban las cosas, era mejor que me fuera. El tampoco me defendió», sostuvo.

Cuando le dieron el alta, Agustina hizo una denuncia en la Defensoría del Pueblo de la Nación. Por esto hubo una auditoría que determinó que, efectivamente, había existido violencia obstétrica. Como el ente no tiene poder de sanción, Agustina decidió ver si podía ir por la vía judicial y sentar un precedente en la materia.

«Quería hacer un juicio penal para que no vuelvan a hacerle eso a otra mujer, pero no se pudo. Lo que sí pude es iniciar un juicio por daños y perjuicios contra todos: la obra social, el obstetra, la neonatóloga y la clínica. Pero no sólo yo los demando, Milagros también, porque tuvo un nacimiento tortuoso habiendo nacido sana», señaló. Además, contó que, con la representación de sus padres, Milagros los demandó a todos por «daño moral».

«Mi caso es la regla, no es la excepción. La única diferencia es que yo enfrenté al sistema, pedí que se respeten mis derechos y ellos me lo hicieron pagar», cerró.