Distintas organizaciones y colectivos travesti trans acompañaron el debate de la ley con un pañuelazo en la Plaza de los Dos Congresos y luego festejaron la sanción y destacaron el valor político y personal de la nueva norma.
El pañuelazo por el cupo y la inclusión laboral travesti-trans que comenzó a las 13 fue convocado por el Frente Orgullo y Lucha, la Liga LGBTIQ+ de las Provincias y la Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina.
«Como no podemos acompañar a nuestros legisladores adentro del Congreso por la pandemia y no tenemos representación directa en las Cámaras porque todavía no hay travestis sentadas en esas bancas, hacemos el pañuelazo para decir ‘aquí estamos'», expresó a Télam Julieta Antunez Ríos, representante travesti de la Liga LGBTIQ+ de las Provincias.
También estuvo al frente del pañuelazo Say Sacayán (40), el hermano de Diana Sacayán, autopercibido varón trans no binarie, que dijo a Télam: «Esto es algo que fuimos laburando las organizaciones travestis trans y está sumamente ligado al travesticidio de Diana porque hubo un antes y un después de eso».
«Cualquier institución del Estado donde haya una persona travesti va a tener una perspectiva travesti, y eso significa ampliación de derechos», concluyó Say.
Por su parte, Julieta Antunez Ríos (40), que además es la primera enfermera travesti en la Provincia de Mendoza, agregó: «Hoy es un día histórico, por primera vez la Argentina nos reconoce un derecho constitucional como es la igualdad en el acceso al trabajo formal que hasta el día de hoy lo teníamos vedado».
Decenas de militantes de la causa levantaron sus pañuelos rojos con el Congreso de fondo y cantaron «Ole olé, olé olá, lo dijo Lohana y Sacayán, al calabozo no volvemos nunca más» mientras posaban para la foto grupal.
El clima fue de celebración y reivindicación acompañado por música y reencuentro.
En el pañuelazo, también estuvo presente Alba Rueda, primera Subsecretaria de Políticas de Diversidad de la Nación que dijo a Télam: «Militamos y llevamos adelante una agenda sobre nuestras identidades muy unida al paradigma de Derechos Humanos, entonces de lo que habla esta ley en este momento es también un planteo esencial para la democracia».
El joven contó además su propia experiencia a la hora de buscar trabajo: «Desde que trancisioné nunca me tomaron en un trabajo formal. Tuve muchas entrevistas pero me dieron excusas transodiantes como que ‘mi voz era confusa porque no era de hombre ni de mujer y entonces no era apto para atender al público’ y esas son las cosas más leves que te pueden pasar, también puede pasar lo que le pasó a Tehuel, que lo desaparecieron yendo a una entrevista de trabajo».
En la plaza se desplegaron gazebos y banderas de distintas organizaciones que acompañaron, entre ellas: CHA, Libres y Diversxs, Mala Junta, Nuevo Encuentro, La Cámpora, 100% Diversidad y Derechos, CTA, Ctera, UTE.
Festejos y relatos
Lxs militantxs reunidxs en la plaza del Congreso resaltaron el «trabajo mancomunado» entre organizaciones y con las diputadas Mónica Macha, Gabriela Estévez, Vanesa Siley y Cristina Álvarez Rodríguez para lograr la aprobación de la norma.
La dirigente aseguró que «este acceso al empleo formal, empleo decente, repercutirá en nuestros promedios de expectativa de vida«.
En tanto, Thiago Galván consideró que «estamos más cerca de alcanzar esa sociedad donde ser travesti o trans no significa violencia, miedo, desidia, ni castigo. Esta ley es un abrazo de esperanza para las infancias y adolescencias».
Por su parte, Claudia Vásquez Haro, presidenta de Otrans Argentina y de la Convocatoria Federal Trans y Travesti Argentina aseveró que «hoy Argentina es mas igualitaria«.
«Vamos a transformar culturalmente a una sociedad que históricamente asoció y confinó a travestis y trans a la prostitución y la criminalidad. Nosotrxs no nos quedamos en el lugar de víctimas, lo trascendimos a través de la organización, acción y lucha. Nos convertimos en sujetxs políticos», añadió.
Las organizaciones recordaron que «el colectivo travesti trans tiene una expectativa de vida de entre 35 y 40 años en nuestro país como consecuencia de la vulneración sistemática de sus derechos fundamentales, comenzando por su exclusión estructural del mercado laboral formal».
Las cifras indican que «9 de cada 10 personas travestis y trans no cuentan con un trabajo registrado, condicionando a la mayoría de ellas al ejercicio de la prostitución y, como extensión, a la violencia institucional y el deterioro de su salud integral».