Falleció en la madrugada de este domingo luego de una larga enfermedad. Sufría una persecución político-judicial por el memorando con Irán.

 

El ex canciller Héctor Timerman murió este domingo a las 65 años como consecuencia del cáncer que lo aquejaba desde hacía más de dos años.

Timerman falleció en medio una persecución político judicial.

Estaba procesado por presunto encubrimiento a los iraníes acusados por el atentado a la AMIA, a partir de la firma del Memorando con Irán. Por el avanzado estado de su enfermedad, el excanciller había declarado de manera anticipada desde su casa aunque con complicaciones, con una voz pausada. “Lo lamento, pero es día a día. Además de cáncer tengo otras enfermedades”, había expresado. “Cada vez tengo menos fuerzas y quiero demostrar quién miente y quién dice la verdad”, publicó un día antes en su cuenta de Twitter.

La exmandataria Cristina Kirchner afirmó que su salud empeoró por “el irracional e injusto ataque que ambos sufrimos con motivo de la firma del memorando de entendimiento con Irán” y lamentó la muerte de Héctor Timerman.

Según evaluó, “el dolor y el sufrimiento que le provocó el irracional e injusto ataque que ambos sufrimos con motivo de la firma del memorando de entendimiento con Irán” terminó con su salud.

En una nota titulada “Héctor Timerman: argentino, peronista y judío”, y que publicó en su cuenta de Facebook, Cristina Kirchner aseguró que Timerman “será recordado como el canciller que defendió la soberanía y la unidad regional”.

“Nunca he visto sufrir tanto a nadie por los ataques, las calumnias y las injurias que le propinaban. Me acuerdo en muchísimas oportunidades cuando venía a verme a mi despacho, lo notaba que estaba muy mal por los ataques de las instituciones de la comunidad judía”, confió Cristina.

“Lo que Héctor transmitía, era una profunda angustia. Pude percibirlo desde el primer momento y me llevó en muchas oportunidades a decirle ‘Por favor Héctor no les des bolilla, te vas a enfermar, mirá cómo estás’”, agregó.

Por otro lado, Cristina lo definió comon “el verdadero artífice, junto a Axel Kicillof, de la resolución de la ONU sobre la restructuración de deuda soberana, en el marco de nuestra defensa de los intereses acionales contra la depredación de los fondos buitres”.

A continuación la nota completa de Cristina Kirchner:


HÉCTOR TIMERMAN: ARGENTINO, PERONISTA Y JUDÍO.

El Calafate, 30 de diciembre del peor año que se recuerde. Al bajar para desayunar miro mi teléfono: dos mensajes. En uno, Graciana Peñafort me avisa que en la madrugada falleció Héctor Timerman.

En el otro, Alicia Castro en un twitt, muy preciso, lo despide en la red: “Héctor Timerman será recordado como el canciller que defendió la soberanía y la unidad regional. Cuando la Argentina era un ejemplo de dignidad en el mundo.” Tiene razón. Pero no es suficiente para dar cuenta de esta muerte que, seguramente, no pocos adjudicarán a los infortunios propios de la vida misma y sus enfermedades terribles. Pero lo cierto es que no fue así. Pienso y siento la necesidad de decir hoy lo que siempre dije en privado a quien quisiera escucharme: Héctor se enfermó por el dolor y el sufrimiento que le provocó el irracional e injusto ataque que ambos sufrimos con motivo de la firma del memorando de entendimiento con Irán para lograr el esclarecimiento del atentado terrorista contra la mutual judía y poder destrabar así la causa judicial de la AMIA, que a casi 25 años del hecho continúa paralizada y sin ningún condenado. Es que en esa gestión, a Héctor lo había guiado no sólo su responsabilidad como canciller. Creo que lo que más lo había movilizado era su condición de judío creyente y practicante. Es que Héctor era un judío hecho y derecho. Lo recuerdo organizando mi primer viaje a Israel y Palestina en el año 2005. Era cónsul en New York cuando me dijo que la Universidad Hebrea de Jerusalén me iba a invitar a dar una conferencia y le gustaría acompañarme. Me sugirió que debía también visitar Palestina para honrar la postura histórica de la Argentina y el peronismo del reconocimiento de los dos estados. Porque, claro, Héctor además de judío era por sobre toda las cosas argentino y peronista. Nunca he visto sufrir tanto a nadie por los ataques, las calumnias y las injurias que le propinaban. Me acuerdo en muchísimas oportunidades cuando venía a verme a mi despacho, lo notaba que estaba muy mal por los ataques de las instituciones de la comunidad judía. Me contaba en detalle lo que cada uno de ellos había dicho sobre él y nuestro gobierno por la firma del acuerdo. No me lo contaba enojado o indignado. Lo que Héctor transmitía, era una profunda angustia. Pude percibirlo desde el primer momento y me llevó en muchas oportunidades a decirle “Por favor Héctor no les des bolilla, te vas a enfermar, mirá cómo estás”. Es que a medida que me relataba las cosas que habían dicho o habían hecho se ponía muy tenso y nervioso. Me viene hoy a la memoria esa escena tantas veces repetida. La persecución judicial posterior, dirigida por el actual gobierno y la insólita, aunque no inédita, calificación de traidores a la patria lo acabaron de demoler.

Pero hoy no sería justo, ni histórico, que esa fuera su última imagen. Lo recuerdo como el verdadero artífice, junto a Axel Kicillof, de la resolución de la ONU sobre la restructuración de deuda soberana, en el marco de nuestra defensa de los intereses nacionales contra la depredación de los fondos buitres. Héctor había asumido esa tarea con la pasión de siempre y una dedicación inclaudicable.

El 10 de septiembre del 2015 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas votó por 136 a favor, seis en contra y 41 abstenciones la serie de principios básicos recomendados ante ese tipo de procesos. Héctor había logrado que el voto negativo de muchos países que estaban siendo presionados para votar negativamente se convirtieran en abstención y obtuvo una victoria inédita en la historia de la diplomacia argentina.

En épocas de endeudamientos seriales. En tiempos de la vuelta al FMI y de diplomáticos que “reconocen” a los ingleses como autoridades en Malvinas, la figura de Héctor Timerman, no tengo ninguna duda, será recordada y reconocida por la historia por su dignidad y su incansable lucha por la defensa de los intereses nacionales. Querido Héctor: judío, peronista y por sobre toda las cosas argentino, gracias y hasta siempre.