El Congreso argentino está debatiendo en estos momentos una ley que promueve el aborto legal. Este debate legislativo, paradójicamente, fue habilitado por el conservador Mauricio Macri a comienzos de 2018. ¿Oportunismo? ¿Estrategia? ¿Sensibilidad social hacia las mujeres?

 

Marcha por el Aborto Legal

Tal vez el hecho de colocar en el debate público, por meses, un tema que no deja a nadie indiferente mientras la popularidad del presidente y sus políticas se desploman no sea simple fruto de la casualidad. Quizás con ello busque, más que ocultar su mala imagen, remontarla un poco apareciendo como un perfecto republicano.

La realidad es que el tema no estaría en el candelero institucional si no fuera por la fuerza, la transversalidad y el protagonismo político que ha adquirido el movimiento feminista argentino, dentro y fuera de las fronteras del país. Los hechos que marcaron un antes y un después fueron las masivas movilizaciones de 2015 (#NiUnaMenos) para reclamar por el fin de los femicidios -asesinatos de mujeres por el simple hecho de ser mujeres- que estaban (y aun están) dándose en el país del Sur.

La despenalización del aborto es un asunto más complejo. Sólo dos países en América Latina contemplan el aborto legal: Cuba y Uruguay. Chile, el año pasado puso fin a la prohibición total del aborto estableciendo las tres causales más comunes; en Brasil la despenalización total está en la pauta del Supremo Tribunal Federal, que lo tratará próximamente; y en El Salvador hace unas semanas se propuso su discusión parlamentaria, pero fue pospuesta. Sólo Argentina debate hoy si las mujeres que deciden abortar no serán consideradas delincuentes.

Sin embargo, la sorpresiva llegada del tema al Congreso ha tenido un difícil recorrido. El mismo proyecto de ley se presentó siete veces desde la creación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en 2005. Este recorrido, no exento de avances, retrocesos y tensiones, ha permitido que hoy el tema esté en la agenda y que haya sido impuesto por el empoderamiento de las mujeres, del feminismo, y por una creciente conciencia social.

 

Movimiento de mujeres y kirchnerismo

El kirchnerismo también tuvo su crecimiento respecto de la agenda feminista, si bien ni Néstor ni Cristina se autoidentificaron como feministas. De hecho Cristina, en 2005, dijo: “creo en defender los derechos de la mujer y de las minorías, pero no bajo la etiqueta de ser feminista”, y se opuso a la legalización del aborto por motivos religiosos. Sin embargo, no sólo en esos 12 años de gobierno se impulsaron innumerables medidas y leyes que ampliaron los derechos de las mujeres y de las “minorías” sexuales, sino que el movimiento se amplió de manera contundente en un contexto de democratización e inclusión, y la propia ex-presidenta fue permeándose de la lucha feminista.

Durante esos años, se promovieron desde el Gobierno -y se sancionaron- la Ley de Identidad de Género y el Matrimonio Igualitario, la ley que tipificó el femicidio, la ley contra la trata, la inclusión en la Ley de Medios de un artículo para abordar contenidos de manera no sexista, la dignificación laboral de las trabajadoras del hogar, entre otras. También se creó la Asignación Universal por Hijo y se concedió el derecho a la jubilación a las amas de casa.

El movimiento feminista tuvo sus contradicciones con el Gobierno: si bien se reconocían todos los avances en materia de género, siempre se buscó exigirle más. Y la prioridad que siempre tuvo la despenalización del aborto nunca fue escuchada. El ala más de izquierda del movimiento de mujeres sigue diciendo que Cristina Fernández nunca fue feminista y que sus posicionamientos contundentemente feministas de los últimos tiempos son una impostura.

Otros sectores, mayoritarios, creen que lo hecho fue insuficiente, pero representó un salto cualitativo para la situación de las mujeres en Argentina. Destacan la enorme importancia política de haber conseguido una presidenta mujer y condenan la permanente violencia simbólica que padeció durante los 8 años que duró en la presidencia. En perspectiva, todo ello resalta a la luz del tratamiento del nuevo Gobierno a las problemáticas de género y al movimiento de mujeres en sí mismo.

Aborto Legal

Cambiemos y el movimiento de mujeres: una historia de violencia institucional

El movimiento Ni Una Menos, precursor/predecesor del movimiento feminista y la marea verde, surge desde un grupo de periodistas, activistas, y artistas que se manifestaron contra los femicidios.  En un mismo año (2015), coincidieron la asunción de una alianza de derecha como Cambiemos al Gobierno y el mayor hito del movimiento de Mujeres: la convocatoria de #NiUnaMenos. Ambos evidenciaban la utilización de una nueva plataforma de comunicación: redes sociales; en todo lo demás, se encontraban en las antípodas.

El 3 de junio de 2015, en Buenos Aires nace el movimiento Ni Una Menos con una concentración de aproximadamente 150.000 personas frente al Congreso Nacional, hecho que se replicaría en plazas y parques de 80 ciudades del país y en Uruguay. La masividad de la convocatoria en redes sociales fue aún mayor. Al punto que la ex-primera dama norteamericana, Michelle Obama, durante su visita a Buenos Aires destacó el impacto mundial que había alcanzado el reclamo. El movimiento fue creciendo e incorporando otros países.

La confluencia de corrientes y movimientos en Ni Una Menos convocó tanto a colectivos no agrupados como a defensores de DD.HH., organizaciones políticas y sindicales, centros de estudiantes, y también a distintos colectivos de mujeres y de la diversidad. En Argentina, las manifestaciones año tras año comenzaron a incluir reclamos específicos al Gobierno nacional.

  • 2016, el Estado es Responsable

En 2016, se incorporó la consigna “El Estado es responsable” aludiendo al retroceso en las políticas públicas que eviten los femicidios, punto cúlmine de la violencia contra las mujeres, y a la Declaración de la Emergencia Nacional en Violencia de Género. La exhortación puso el énfasis en la falta de presupuesto para la efectiva implementación de la Ley 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Asimismo, la reincorporación de las trabajadoras despedidas y el procesamiento de luchadoras populares opositoras como Milagro Sala, la efectiva educación sexual y la entrega gratuita de métodos anticonceptivos.

  • 2017, basta de violencia machista y complicidad estatal

En 2017 con un fuerte apoyo internacional y visibilización mundial la frase que nucleó las demandas fue: “Basta de violencia machista y complicidad estatal”. En el acto, la periodista Liliana Dauness y la titular de Madres Línea Fundadora, Nora Cortiñas, leyeron el documento oficial de la protesta en Plaza de Mayo: “A nuestras demandas el Estado responde con represión. El Estado participa del pacto de complicidad machista”. El documento reclamó a su vez “el derecho al aborto en condiciones dignas” y la “aplicación de la ley de parto humanizado”. Por último, criticó la destitución de Dilma Rousseff acto al que calificó como “golpe institucional machista en Brasil”. Ese mismo día las fuerzas de seguridad realizaron detenciones arbitrarias, ilegales y violentas a las y los manifestantes.

  • 8 de marzo de 2018, huelga internacional de mujeres

El 19 de octubre de 2016, un paro nacional convocado por las mujeres antecedió a la primera edición internacional, celebrada el 8 de marzo de 2017. El objetivo fue visibilizar la violencia machista en todas sus formas y expresiones: sexual, social, cultural, política y económica. En 2018 se repetiría la convocatoria. El reclamo principal de las 350.000 mujeres que marcharon en Argentina fue el aborto legal. Dos semanas antes, el presidente Mauricio Macri había habilitado simbólicamente el debate en el Congreso. Sin embargo, desde el escenario, claramente se expresó como un acto en contra de sus políticas, desde la libertad de “presos políticos” hasta el rechazo a los despidos en el Estado.

Aborto Legal

  • 2018, Vivas, libres y desendeudadas nos queremos

En esta última, con la consigna se hizo referencia a la decisión del Gobierno de pedir financiamiento al Fondo Monetario Internacional y, por supuesto, el énfasis estuvo en la legalización del aborto. Si bien el movimiento seguía siendo transversal, cada vez quedaba más evidenciada una línea antiimperialista, antineoliberal y, obviamente, antimachista que marcó la cancha para que el feminismo no sea cooptado por la derecha.

 

Nuevos movimientos sociales: lo personal es político

El mayor éxito de la campaña de Ni Una Menos fue una acertada estrategia de interpelación a individuos a realizar acciones sociales. Con esto no queremos subestimar el activo rol de las organizaciones que adhieren al movimiento de mujeres, ni invisibilizar el exponencial crecimiento del activismo y la militancia feminista en Argentina, sino señalar que su triunfante instalación en agenda guarda relación con la forma en que ganó visibilización.

La visibilización tuvo tres aristas: la calle (protestas multitudinarias), su presencia en los medios de comunicación convencionales, y las redes sociales. En estos dos últimos ámbitos el feminismo narró sucesivas historias personales (story-tellings) que describieron desde abortos hasta violaciones en primera persona logrando generar empatía y un hecho emocional. Story-tellings que, desde la vereda opuesta, también nutrieron la campaña de Cambiemos: presentación de sus líderes y timbreos que recreaban visitas “espontáneas” de funcionarios a ciudadanos comunes y en los que primaba la escucha.

Desde la perspectiva de los estudios culturales en América Latina se afirma que los nuevos movimientos sociales y las llamadas “minorías” – que engloban etnias, las mujeres, los jóvenes o los homosexuales– expresan un tipo específico de demanda: el reconocimiento, hacer socialmente visible su alteridad. Estos nuevos movimientos han modificado las formas de hacer política y transformado los modos de participación en la sociedad, con nuevas metodologías para la incidencia en lo público, donde la comunicación es el principal escenario en el que se dirime la lucha política.

En la Argentina, Ni Una Menos constituye el mejor ejemplo de las multitudes autoconvocadas y autoorganizadas desde la virtualidad. Aún cuando el movimiento de mujeres de América Latina tomó un importante envión durante la llamada “Tercera Ola” en la década del ´90, sólo logró instalarse en la opinión pública con su salto a la red.

Parte de la efectividad de la campaña puede entenderse mediante los siguientes puntos:

  • La utilización del ciberespacio como plataforma para intervenir en la política desde campañas virtuales, grupos de discusión, portales colectivos y sitios web capaces de funcionar como un medios alternativos de comunicación.
  • El carácter internacional bajo la modalidad de “lucha en red” que permite globalizar las resistencias y tener incidencia en medios de comunicación locales e internacionales.
  • Apelar a una nueva subjetividad en relación con la ciudadanía, promoviendo acciones individuales como forma de visibilizar una demanda colectiva.
  • Priorizar rituales, prácticas y reclamos transversales a distintos ejes ideológicos, logrando así atraer múltiples identidades.
  • Instalar una estética de la protesta gracias a un lenguaje mixto, que logró integrar expresiones escritas, visuales y audiovisuales de la cultura popular contemporánea.

Las acciones individuales de activistas adquieren mayor incidencia en redes gracias a que el mensaje proviene de alguien virtualmente cercano, a modo de boca en boca. La fuerza del mensaje reside, justamente, en el aval de quien lo envía y en su réplica, construyendo una cadena de información basada en una relación personal y de intereses comunes, que se materializa bajo la forma de los “seguidores” o “amigos” de cada contacto.

Una sumatoria de acciones individuales -como incorporar un marco en la foto de perfil en Facebook o realizar un tweet con determinado hashtag- permiten realizar un nuevo tipo de acción social. Una vez que la convocatoria se vuelve multitudinaria, cautiva la atención de los medios de comunicación quienes visibilizan –aún distorsionándola- su existencia y reivindicaciones, retroalimentando su instalación en la agenda política.

 

A modo de conclusión

Los nuevos movimientos sociales, en los que se inscribe Ni Una Menos, figuran entre las primeras organizaciones en operar en red y aprovechar sus características para organizar acciones directas, compartir información y recursos, y coordinar campañas mediante la comunicación a distancia en tiempo real. En un mundo globalizado, los consumidores y usuarios de redes encuentran en Internet un vehículo para la resolución colectiva de problemas, la deliberación y la creatividad popular, emergiendo como una fuente alternativa de poder mediático que se recrea en cada una de las interacciones cotidianas, lo que Manuel Castells definiría como “sociedad red”.

El movimiento de mujeres acorraló al Gobierno jugando su propio juego, la construcción de una estrategia comunicacional –uno de los pocos espacios en los que el oficialismo había sido efectivo y recientemente mostró signos de desgaste. Mientras la imagen de Macri y su gestión comenzó a erosionarse y frente a un sindicalismo tradicional aletargado, el activismo feminista –lejos de fracturarse como sostiene la prensa adepta al Gobierno- ha ganado impulso y se ha convertido en uno de los actores políticos más activos y con mayor respaldo popular. Cambiemos optó por el pragmatismo y asimiló lo que no pudo silenciar mediante la represión.

Aún cuando el oficialismo ha propiciado el debate de la legalización del aborto en el Congreso, muchos de sus legisladores votarán en contra. El debate sobre el aborto también impactó transversalmente a las distintas fuerzas políticas del Congreso en ambas Cámaras, por lo que la resolución de la votación que se llevará a cabo el miércoles 13 de junio es incierta. Lo que sí es cierto: el aborto legal es -cada vez más- un grito global.