Nuestra comunidad isleña, se enfrenta a un brutal aumento en el Transporte Fluvial. Reflexiones sobre las manifestaciones de nuestra comunidad

 

Muelle Adela
Muelle de Adela Basch en el A° Rama Negra

No es necesario hacer muchas cuentas para deducir que tal tarifazo en el Transporte Fluvial, dejará a nuestro Delta empobrecido y cada vez más aislado social y culturalmente.

Pero no es de ello que quiero hablar en esta noche de sábado por la noche, de lluvia y marea, sino de las acciones y reacciones de nuestra comunidad en las luchas colectivas.

Ante los momentos críticos en que hay que defender nuestras causas y nuestros derechos, siempre surgen los mismos argumentos: Si sos o no isleño; si vivís, naciste o viniste a la isla luego; si vivís a 10 minutos o a 3 horas del continente; si sos de primera, segunda o tercera sección…

Estas argumentaciones se dirimen incluso antes de discernir si la causa por la que se pelea, es legítima.

Más aún (en la mayoría de los casos), estas argumentaciones donde se instalan tales fronteras ideológicas o geográficas, suelen echar por tierra luchas que no sólo son beneficiosas para las mayorías, sino que son disfrutables luego, por los mismos que las destierran tan inconscientemente.

Fracturas, grietas, siempre existieron en nuestra sociedad. Y no sólo en la nuestra, sino en todas las sociedades del mundo a lo largo de la historia de la humanidad.

La humanidad misma se divide entre el bien y el mal; entre poder pensar en los otros, y el no poder hacerlo; entre los que luchan y ponen el cuerpo, y los que miran por una ventana y luego se benefician (como corresponde) de los logros de esos “locos” que luchaban de una manera equivocada.

Es hora de reflexionar, si lo que se esconde detrás de esas actitudes negativas, no es más que la imposibilidad de aceptar un enorme egoísmo; la imposibilidad de mirar hacia afuera, hacia el bienestar de otro más allá de nuestros propios intereses.

Esas actitudes quizás, esconden las enormes banderas de “no te metás”; del ”si no luchas como yo lo haría, tu lucha no sirve” y ni siquiera entonces, merecen el respeto del “DEJAR HACER”.

Identifico al Isleño, como personas que tienen y tenemos, una cierta sabiduría otorgada por la estrecha convivencia con naturaleza y la soledad.

Pero no hay sabiduría sin MODESTIA por ese saber. No hay sabiduría sin la generosidad para ENSEÑARLE al prójimo; sin la solidaridad de HACER por el prójimo; sin el CORAJE de poner el cuerpo por el prójimo.

Esa virtud, la sabiduría, no es monopolio de los isleños, es una virtud que se extiende por toda la humanidad… o no se extiende, simplemente, se carece.

Aquí en la isla, la vida es extrema. Es bella o es una pesadilla; la aceptas o la dejas al poco tiempo; convivís con lo bueno y lo malo de este lugar tan extremo como la naturaleza misma.

Somos extremos, por eso podemos vivir aquí, y quizás por ello nos cuestan tanto éstas reflexiones que van más allá de los primeros impulsos.

Necesitamos reconocer que éstas fronteras ideológicas nos dividen aún más de los que nos divide el mismo mundo.

En nuestras islas, que están compuestas por una geografía tan extensa, pero con tan poca población, esas consideraciones discriminatorias sólo nos debilitan.  Nos hacen vulnerables a un sistema salvaje del cual “creemos estar a salvo».

No estamos a salvo, sin protegernos. Sin aprender, por ejemplo, de nuestros pueblos originarios, que se aferran a sus costumbres, y son capaces de llamar “hermanitos” a alguien que quiere destruirlos (refiriéndome a nuestros queridísimos amigos de Punta Querandí).

Si no aprendemos que debemos reconocer, que nuestros métodos muchas veces no son los únicos válidos, y otras muchas, ni siquiera son los más adecuados para entablar ciertas luchas.

Y, además, si podemos reconocer que “hay otros” que pueden hacerlo, que pueden poner el cuerpo por nosotros, de la forma que sea… si podemos reconocer aquello; deberíamos saber que les debemos como mínimo, el respeto que merece el “HACER”.

Así se ha forjado la historia entera. Respetando las diferentes luchas, con metodologías no compartidas por nosotros con el diario del lunes. Pero si podemos contextualizar esas luchas, quizás podamos empezar a sentir esa sangre que corría por esas venas, y que no se doblegaban, que no se dejaban avasallar y que siempre intentaban ir un paso adelante, por sus propios derechos, los del resto; para hoy, y para el futuro de nuestros hijos.

Sólo necesitamos mirarnos a los ojos, respetarnos y encontrar lo que nos acerca, y no lo que nos divide.

De otra forma, siempre seremos presa fácil del que nos quiera destruir, sacar de estas tierras que, nacidos y no nacidos, siendo isleños, defenderemos hoy y mañana, hasta el último aliento.

Porque es nuestra elección vivir aquí; porque nadie puede hacernos pensar que éste lugar no es el de nuestros sueños; porque queremos que nuestros hijos puedan vivir mejor.

Escuchémonos, respetémonos, y si no podemos o no sabemos, «dejemos hacer”… Dejemos que otros hagan por nosotros, porque los beneficios serán para todos y para cada uno de los habitantes de este paraíso.

En éste caso, nos convoca el 22 de junio un Corte de Río por el Transporte Fluvial. Si no es tu método o no te sentís identificado con la gente que lo anuncia… reconoce al menos que es tu tierra, tu derecho y el de tus hijos.

No se trata de ésta causa, sino de todas las causas.

Las luchas, son de las minorías para las mayorías; porque si fueran de las mayorías para las minorías, estaríamos haciendo una revolución.