El fenómeno #GretaThunberg y la lluvia de opinadores, críticos, especialistas en todo y hacedores de memes en las redes. ¿Y el cambio climático? Bien, gracias

 

«La escuchan porque es blanca y europea, pero nadie atiende el reclamo de los pueblos originarios» dice uno que jamás en su vida se acercó a un reclamo para charlar con algún representante de los pueblos originarios en su provincia.

«Tiene Asperger y por eso se concentra en un solo tema y no admite términos medios», dicen lo que ni una vez en su vida leyeron algo sobre el Asperger o conversaron con alguien que tenga ese síndrome.

«El tema del cambio climático no es prioridad para nuestros pueblos subdesarrollados», dicen los imbéciles que no miran los destrozos que genera el desmonte, los agrotóxicos y la megaminería, los pibes enfermos con veneno del glifosato en su sangre en los pueblos de acá nomás, porque eso queda más allá de la General Paz.

«Tendría que denunciar al capitalismo» dicen los militantes de las redes, indignados por las contradicciones de la piba desde un mullido sofá o esperando su café de Starbucks.

«El problema no es la nena, sino los padres», dicen los que suponen que una joven de 16 años carece de criterio propio y de formación para pelear por las causas que entiende justas, que siempre imaginan detrás de cada joven que se expresa a un adulto bajando línea.

«Mirá si una piba de 16 años me va a decir a mí los problemas del planeta»,dice uno que se cree las promesas de campaña y las frases de autoyuda de su candidato preferido, y repite las frases de los periodistas de TN o los títulos de Clarín como la verdad.

«No entienden el nuevo orden mundial, la financian Soros y los Iluminati», dicen los conspiranoicos que señalan con el dedo al todopoderoso Soros en cuanta movida política se genera por fuera de sus referencias conocidas, y para probarlo te pegan un meme con una foto-fake que da vergüenza ajena.

«Nadie ve los intereses que hay detrás de ella», dicen los que van y votan y hacen campaña a pura sonrisa por candidatos amigos de grandes corporaciones destructivas detrás.

«Si la ONU la invitó a hablar es porque ya la cooptaron y es funcional», dicen los que se olvidan que en la historia hubo varios que se pararon en el estrado de la ONU para denunciar los crímenes del capitalismo, incluso un argentino de barba (sin entrar en comparaciones).

«Está con los poderosos, mirá esta foto», dicen los que pegan la foto de su saludo con Christine Lagarde, ex FMI, los mismos que ocultan fotos incómodas de sus referentes políticos preferidos, abrazando personajes detestables y repartiendo sonrisas a cuanto patrón se asoma en la imagen.

«No le creo a esta sueca, me tiene harto», dicen los que nunca pelean por nada más allá de su ombligo, los que no salen a la calle a solidarizarse con ninguna lucha, los que miran el hambre, el desempleo y la represión desde la comodidad de la pantalla de su celular, los que leen algo al pasar de los incendios en el Amazonas y piensan que nada tiene que ver con sus vidas.

Esos, los siempre astutos, escépticos, invictos y vivos que pululan en las redes. Los que no construyen ni un castillo de naipes, los que no te juntan diez personas ni para jugar al fútbol, los que se expresan con memes porque las ideas están ausentes, los que descalifican al que no piensa como ellos, los que no soportan un debate de ideas.

Esos.