La inflación aceleró un poco más y podría tocar el 4% este mes en un escenario de fuerte retracción de los salarios, con elevados riesgos de una mayor devaluación del peso y profundización de la recesión que comenzó a desatarse en abril.

Si bien para hablar de recesión hay que esperar a que la economía registre dos trimestres consecutivos de caída, ya ni en el seno del Gobierno dudan que eso ocurrirá y ahora se preguntan puertas adentro, cuánto durará y en qué mes se alcanzará el piso.

En la «mesa chica» de la gestión Cambiemos -integrada por el presidente Mauricio Macri, sus principales colaboradores del Gabinete y algunos radicales- ya prevén que podría haber un rebote recién en marzo o abril de 2019.

La administración Macri decidió corregir el déficit fiscal vía ajuste del gasto y licuación por devaluación de la moneda; este es uno de los puntos críticos en el debate con los gobernadores peronistas, que piden frenar la corrida contra el peso y ampliar la base tributaria para morigerar los recortes.

Pero, en un escenario de creciente desconfianza, el mercado le ha torcido el brazo al Gobierno y la batería de medidas oficial no ha logrado revertirlo: la fuga de capitales trepó 35% anual en julio a 3.351 millones de dólares, según informó el Banco Central esta semana.

Con los valores de julio confirmados por la autoridad monetaria, desde diciembre de 2015 cuando Macri asumió la Presidencia, la fuga de capitales alcanzó la friolera de 54.150 millones de dólares.

Básicamente, los dólares prestados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) están siendo utilizados por el Gobierno para financiar la fuga de capitales dado que la demanda de dólares del sector privado lejos de reducirse, va en aumento.

Según proyecciones del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres, la Argentina necesitará 70.000 millones de dólares en 2019 para financiarse, de los cuales 40.000 millones están asegurados por el FMI.

Queda un remanente de 30.000 que dependerá de cuánto pueda renovar el Gobierno en deuda ya contraída por lo que el Gobierno está apuntando a que los inversores financieros locales sigan apostando a los títulos públicos por unos 20.000 millones.

Al margen, faltará unos 10.000 millones de dólares que la gestión Cambiemos deberá conseguir en el mercado local dado que la plaza internacional está cerrada por la aversión al riesgo y por las elevadas tasas de interés (11% en dólares) que tendría que afrontar el país.

Este escenario plantea que el Gobierno podría profundizar la devaluación de la moneda nacional para licuar el déficit y cumplir con la meta de un rojo fiscal de 1,3% en 2019, tal como se comprometió con el FMI.

Y la devaluación no tiene efectos neutros en la economía argentina: según una medición de la consultora Elypsis, la inflación se aceleró en agosto por la suba del dólar a 31 pesos y tendría de nuevo piso de 3%.

«Dado que la inflación de la primera quincena del mes sorprendió al alza estimamos que la inflación mensual se ubique levemente por encima del 4%», dice el informe que Elypsis entregó a sus clientes privados, entre los que hay bancos y empresas.

Ante una mayor suba del precio del dólar y de la aceleración de la inflación, los salarios y haberes de los jubilados podrían perder este año entre 8 y 12 puntos de poder adquisitivo, lo que llevará al mercado interno a una depresión más profunda que la prevista hace un mes.

La actividad económica había crecido 4 por ciento en enero; 5 por ciento en febrero; y 2,1 por ciento en marzo. La tendencia varió en abril, con una baja del 0,6 por ciento; se profundizó en mayo con un retroceso del 5,2 por ciento; y anotó en junio un recorte del 6,7.

Esa situación depara proyecciones muy negativas para el empleo -que está estancado en términos reales- y para los indicadores de pobreza que ya superaron el 32%, de acuerdo con un anticipo del estudio semestral de la Universidad Católica Argentina.