El reconocido científico Marcelo Rubinstein pone bajo la lupa los intentos de “invisibilización” que hay sobre el cannabis medicinal en ciertos sectores académicos. Además, critica el nivel de desinformación y prejuicios que hay sobre la temática de parte de otros actores sociales.

 

Marcelo Rubinstein

El tema del cannabis es un tema muy interesante, toca cada uno de los bordes por los cuales se maneja la sociedad en la vida cotidiana. La parte científica es fundamental: se conocen muchas cosas pero hay muchísimas todavía por conocer. En la parte médica, se conocen algunas propiedades terapéuticas del cannabis pero hay muchísimas que están trabajándose y otras por descubrir. En la parte mediática, se puede ver toda la cobertura actual, el análisis histórico de la prohibición y los cambios en los distintos países. En la parte política y legislativa, se trata de una droga que sigue siendo prohibida, con un tráfico ilegal, pero al mismo tiempo hay una necesidad por parte de los usuarios de reglamentar un consumo legal para suministrar a pacientes.

Lo que yo me doy cuenta es que la gente va cambiando de opinión. Las propias personas que tienen armado un esquema de pensamiento, en cuanto se ponen a leer y escuchar sin prejuicios empiezan a derribar mitos. Por ejemplo, a veces se confunde consumo con adicción, cuando el porcentaje de adictos a la marihuana es muy bajo, respecto a los consumidores. Es un tema que está muy vivo, se va despertando cada vez más y los argentinos vamos aprendiendo un poco más, cada uno desde el lugar en el que está.

Con este tipo de temas es difícil encontrar homogeneidad: en el sector científico, periodístico, legislativo, ni siquiera dentro de los mismos bloques. Este es un problema en donde abunda la ignorancia, donde la gente desconoce, tenga la formación que tenga. Incluso en el mundo de los médicos. Muchas veces los médicos se manejan por mitos. En varios casos, los médicos en Argentina se actualizan por los boletines que les alcanzan los visitadores médicos, que trabajan para laboratorios. Como no hay ningún laboratorio farmacéutico en Argentina que venda cannabis, el grado de desinformación es grave. Salvo algunas pocas excepciones, claro. A partir de este proceso, me fui dando cuenta cómo funcionaban un montón de sectores que no sabía cómo funcionaban. Es impresionante ver el grado de improvisación para tomar decisiones, casi siempre antojadizas o prejuiciosas. Hay poco debate serio y responsable, donde se discutan distintas ideas y opiniones para sacar conclusiones.

Una de las cosas que descubrí es que en la Facultad de Medicina de la UBA no se enseña el sistema endocannabinoide. El sistema nervioso tiene una cantidad de neurotransmisores y cada sistema de neurotransmisión tiene sus componentes. Todo esto se estudia con mucho detalle, tanto en fisiología como en farmacología. Pero el sistema endocannabinoide, que está presente en prácticamente todos los circuitos, no se lo menciona, excepto en toxicología. Y está allí por el consumo de marihuana, por lo que está clasificado como un compuesto malo, como veneno, como algo que hace mal. Es otra de las cosas que confirman que hay un manto de ocultamiento del tema, de invisibilización. Nadie me pudo decir por qué no se enseña, si hubo históricamente algún mandato de ocultarlo.

En general la articulación entre ciencia y otros actores sociales es positiva. Las ONG’s, como Mamá Cultiva y otras que me han convocado, son siempre muy receptivas y tienen siempre la actitud de aprender, en un punto “usan” nuestros conocimientos a favor. Yo siento que los mejora como ciudadanos que están pensando en problemas. En los políticos, lo que veo es que están siempre muy preocupados por no chocar contra instituciones, preconceptos, esas barreras invisibles pero que existen…entonces toman lo que les sirve. Y ante lo que no les sirve, lo que lo va a exponer a una situación, adoptan la actitud de los “tres monitos”, que se tapan ojos, oídos y boca. Es como si dijeran “esto es demasiado, no me cuentes más porque si lo entiendo voy a tener que cambiar mi postura y voy a tener problemas”. Terminan aprendiendo las cosas que ellos quieren aprender. Hay algunas personas que no, que son más receptivas, que son más propensas a escuchar todo, después tomarán las decisiones que tomen respecto a sus posibilidades. Los medios, por su parte, cumplieron un rol muy positivo, en un punto se solidarizaron mucho con pacientes y familias que necesitan el uso de cannabis medicinal. Lo tomaron como un tema de salud y casi te diría de Derechos Humanos.

Marcelo Rubinstein es investigador superior del CONICET  en el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular “Dr. Héctor N. Torres” (INGEBI-CONICET). Desde 2016 es miembro de la Academia Mundial de Ciencia (TWAS, The World Academy of Science), una institución que incentiva el avance de la ciencia en países en desarrollo. Esta Academia, además, lo premió en 2014 en la categoría Biología “por su significativa contribución para la comprensión de los genes involucrados en los comportamientos asociados al apetito, la adicción y la obesidad”.