«A pesar de que quedamos pocas Madres, pocas Abuelas, es un tiempo donde nunca hemos bajado los brazos», aseguró a Télam la referente de Línea Fundadores Madres de Plaza de Mayo. «Creemos que la única lucha que se pierde es la que se abandona», agregó.

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«La única lucha que se pierde es la que se abandona». A los 92 años, la referente de la línea fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, Taty Almeida, resumió con esa frase la lucha ininterrumpida de la organización que cumple este sábado 45 años de rondas, en pos de obtener memoria, verdad y justicia para sus hijos e hijas pero también para la Argentina y el mundo, en su legado a favor de los derechos humanos.

«Se cumplen 45 años. A pesar de que quedamos pocas Madres, pocas Abuelas, es un tiempo donde nunca hemos bajado los brazos. Hoy, hacemos y decimos lo mismo que hace 45 años, seguimos luchando porque creemos que la única lucha que se pierde es la que se abandona», dijo en una entrevista con Télam la referente de Línea Fundadora.

«Hasta el último soplo de vida seguiremos luchando por la Memoria, la Verdad y la Justicia, con la esperanza de saber que hoy tenemos una juventud maravillosa y militante que seguirá manteniendo en alto estas banderas y mantendrán nuestro legado. Nuestros hijos también eran militantes», expresó orgullosa la dirigente que mañana será homenajeada junto a sus pares en el Espacio Memoria y Derechos Humanos que funciona en el predio de la ex ESMA.

Para Taty -o Lidia Stella Mercedes Miy Uranga, tal como figura en su documento de identidad- la «militancia significa compromiso, ayudar al otro, más allá del partido político del que sea».

Este sábado se cumplirán 45 años del comienzo de las rondas alrededor de la Pirámide de Mayo de ese grupo de madres, encabezado por Azucena Villaflor, entre otras, que buscaban a sus hijos desaparecidos por la dictadura militar, con pañuelos blancos en sus cabezas que se convirtieron en un símbolo de lucha por la memoria.

En diálogo con Télam, Almeida recuerda los «dolores» por los que tuvieron que atravesar como «cuando hicieron desaparecer a tres de nuestras madres, a Azucena (Villaflor de Vicenti) nuestra fundadora; a Esther Ballestrino de Careaga; y Mary Ponce de Bianco, por culpa de (Alfredo) Astiz quien fue muy valiente con ellas, con las indefensas, pero muy cobarde cuando tuvo que ir a (la guerra) de Malvinas donde se rindió enseguida sin pegar un solo tiro».

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De esta manera recordó el operativo ilegal que realizó Astiz el 8 de diciembre de 1977 cuando se produjo el secuestro de un grupo de familiares y personas solidarias con éstos, en la Iglesia Santa Cruz y donde se llevaron a las madres Careaga y Ponce de Bianco. Al día siguiente secuestraron también a la monja francesa Alice Domon.

La acción estuvo dirigida por el militar quien se había infiltrado haciéndose pasar por hermano de un desaparecido.

En tanto, el secuestro de Azucena Villaflor de Vicenti, se produjo el 10 de diciembre del mismo año, a manos de un grupo armado clandestino de la Armada, en la esquina de su casa de Sarandí, en Avellaneda, Buenos Aires.

«La desaparición de estas tres madres es otro de los agujeros que tenemos en el corazón y que no se van a cerrar. Sabemos que las torturaron y las tiraron vivas al mar como hicieron con tantos de nuestros hijos e hijas, en esos tremendos vuelos de la muerte», lamentó.

De cara al 45 aniversario que se cumple mañana, la dirigente de derechos humanos destaca que desde la organización siguen «exigiendo justicia legal para los genocidas y sus cómplices; jamás justicia por mano propia».

En una crítica al funcionamiento del sistema de justicia, Almeida lamentó que «con este partido judicial que tenemos se hace muy difícil» lograrla, por lo cual destacó la importancia de «reformar» el sistema.

«Hay tantos que todavía no están siendo juzgados con este partido judicial que tenemos, que hay que reformar. Aquí mueren archivados los juicios mientras los genocidas también se mueren por una cuestión biológica, pero sin ser juzgados», puntualizó.

Por otro lado, el especialista en temas de derechos humanos y autor de varios libros sobre la historia de esta organización, Ulises Gorini, destacó -en diálogo con Télam- que lo que las Madres hicieron fue «el punto de partida de cada derecho y de cada nueva libertad ganada por los argentinos, desde aquella primera ronda, hasta la actualidad».

«El movimiento que ellas formaron está vinculado no sólo a la derrota de la dictadura sino también al valor engendrado bajo la resistencia que se proyectó en la postdictadura», aseguró.

Gorini afirmó que «eso es una forma de definirlo en lo general pero también hay aspectos más concretos en cuanto a la lucha por la verdad y la justicia sobre lo ocurrido, y también está vinculado al tipo de sociedad que construyeron los argentinos; una sociedad más justa, más igualitaria».

«Y lo maravilloso es además, que este legado no fue solo para los argentinos. Fue también para el mundo. Las Madres se proyectaron al mundo, el pañuelo es un símbolo mundial», dijo y recordó que «incluso la ONU definió a las Madres como un punto de inflexión en la historia de la humanidad en la lucha por los derechos humanos».

En este sentido, explicó que «hasta el surgimiento de las Madres muchas veces las dictaduras terminaban en el mundo con amnistías, perdones, pero, por primera vez en la historia, desde el surgimiento de las Madres, esto no se acepta, ellas se oponen y buscan justicia a través del sistema legal. Esto fue reconocido también y se constituyó en un patrimonio para todos los seres humanos», definió Gorini, autor de «La rebelión de las Madres»; «Otra lucha» y «Historia de las Madres», entre otros.