El interés turístico por el delta comenzó a crecer a partir del siglo XX, luego de la difusión idílica de escritores como Marcos Sastre, del reconocimiento y empuje que le dio a la región Domingo Faustino Sarmiento en 1855.
por José María Frías
Los pioneros, fueron el Recreo el Toro, del Río Capitán y Arroyo Toro de islas de Tigre, que data de 1870 y del que ya contamos su historia; y el Recreo Isla Flora, sobre el Río Luján, de 1887, denominado así en homenaje a la hija de la dueña, Doña FEDERICA MEIER. Allí, en un rancho de barro, la familia atendía a los comensales visitantes, que viajaban previamente transportados desde el Continente, en una canoa por sus hijos, Conrado y Carlos.
Este fenómeno no sólo comenzó a darse en Tigre: muy lejos de allí, en el cruce del Canal Alem y el Río Carabelas de las islas de Campana, en 1921 Ernesto Blondeau transformó su almacén de ramos generales en lo que hoy conocemos como el histórico Recreo y su salón de baile, que significó para esa época “el lugar” de encuentro vecinal –cuando la zona estaba habitada por muchas familias productoras- y espacio cultural de referencia para toda la región.
Existen sucesos tristes que ocurrieron, como el suicidio de LEOPOLDO LUGONES (1938) en la pieza N° 9 de la Hostería El Tropezón, del canal la Serna y Paraná de las Palmas, en islas de San Fernando, inaugurada allá por 1929, por Luis Giúdice.
Historias de atención de lujo para turistas; como fue el caso del recreo “Tres Bocas” en islas de Tigre, a fines de la segunda década del siglo pasado; que tenía la fina atención del “Emporio Gastronómico Ligure”, de Ferrando Hermanos, y un fotógrafo retrataba a las damas con sombrillas de mano y caballeros trajeados.
Ya nos referimos en el último encuentro, que la noches de los domingos, arribaba a este lugar el vapor Bernardino Rivadavia de un paseo, animado por una orquesta que tocaba para los turistas que se dirigían al recreo a cenar.
Historias de visitas ilustres, como la del escritor JORGE LUIS BORGES al salón del Hotel Aeronavegantes, tradicionalmente conocido como Llao Llao, del Río Carapachay, cerca del cruce con el Lujan; a comer y disfrutar del paisaje.
Historias de emprendedores, como la que encierra la casona de 1898, que ocupa hoy el recreo “Bonanza”, a orillas del Carapachay, a mitad de camino entre el Lujan y el Paraná; que perteneció en la década del 30 al suizo RICARDO HOFLER, quien junto a su esposa IDA, allí se dedicaron a las plantaciones de frutas e hicieron cavar una laguna hoy muy conocida: «Idahome» («hogar de Ida»).
Historias poco conocidas, como de la vida de exitosos guionistas de famosos personajes de la televisión; como es el caso del periodista y escritor CESAR BRUTO, que hacía los famosos monólogos del querido Tato Bores; quien vivió allá por 1967, en una cabaña sencilla llamada “Casa Warnes”, o “Casa Napoleón Verdadero”; que es una de las del complejo de la tradicional hostería alemana Alpenhaus, del arroyo Rama Negra de las islas de Tigre, cerquita de la casa de MARCOS SASTRE, autor en 1850 del “El tempe argentino”.
O de espacios de recreos que se recuerdan con nostalgia; como la pileta y las construcciones azulejadas del recreo “Galeon de Oro”, sobre el Río Sarmiento y Arroyo Gambado, muy cerca de la fluvial.
O recreos que ya no lo son, pero cuyas edificaciones aún perduran; como el “Naón”, sobre la costa del Río Parana de las Palmas y esquina del Carapachay; que fue vendido en 1965 para la instalación del Cuartel Central de Policía de Islas. Allí, en la esquina del parque, se exhibe y podemos contemplar la excelentemente conservada la cúpula de lo que fue la IGLESIA FLOTANTE CRISTO REY.
O el Recreo Trovetto, con su salón de baile donde llegó a celebrarse el “día del isleño”, también a orillas del Paraná de las Palmas y el arroyo Cruz Colorada; hoy llamado Marco Polo.
Con el tiempo, durante fines del siglo XX hasta la actualidad, continuó el proceso de proliferación de nuevos, confortables y modernos recreos, hosterías, clubes y restaurantes, no sólo en islas de Tigre, sino que también en el delta de San Fernando, Escobar y Campana.
La estadía en alguno de ellos, por más breve que sea, sumado al paseo en lancha colectiva, sin importar en la estación del año que elijamos para ir; nos conectan con este mundo enriquecido por historias y nostalgia, enmarcado por la belleza natural.