El periodista Fabián Magnotta dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la investigación desarrollada en el libro “El lugar perfecto”.

 

Por Enrique de la Calle

El periodista Fabián Magnotta dialogó con AGENCIA PACO URONDO sobre la investigación desarrollada en el libro “El lugar perfecto”, que describió la existencia de vuelos de la muerte sobre el delta de Entre Ríos durante la dictadura militar. Lentamente, ahora la justicia empieza a investigar qué pasó en el litoral argentino. “Mi objetivo con el libro fue que no desapareciera también la historia…”, describió.

APU: ¿Hubo vuelos de la muerte durante la dictadura en el delta entrerriano? ¿Dónde?

Fabián Magnotta: El delta de Entre Ríos fue uno de los lugares elegidos para la desaparición de personas mediante los vuelos de la muerte. Los vuelos se produjeron muy cerca del norte de provincia de Buenos Aires, zona del complejo Zárate-Brazo Largo. Allí se aprovechó una zona de ríos profundos, arroyos, humedales, montes impenetrables, para el lanzamiento de cuerpos. El eje se ubica en lugares que pertenecen a Villa Paranacito, en el sur de Entre Ríos, pero en las zonas más inhóspitas y despobladas. Allí se unen los ríos Paraná y Uruguay y a poca distancia nace el Río de la Plata. La mayoría de los testimonios hablan de vuelos sobre el río Paraná Bravo, que tiene una profundidad de 30 metros porque es salida de buques de ultramar, el río Sauce, arroyo Ceibo. Pero no todos los cuerpos caían en los ríos o arroyos, sino también en montes.

APU: ¿Usted recogió testimonios de testigos? ¿Qué vieron? ¿Qué se sabe hasta el momento?

FM: En Villa Paranacito se produjeron los únicos vuelos de la muerte con testigos. En las costas de la República Oriental del Uruguay aparecieron los primeros cuerpos pocas semanas después del golpe, como el caso de Floreal Avellaneda, pero nadie vio los vuelos. Lo mismo en la costa atlántica, como Mar del Tuyú, Villa Gesell, Santa Teresita. En el delta entrerriano es distinto, porque mucha gente vio los vuelos y los lanzamientos. Primeramente veían el lanzamiento de bultos, y cuando comenzaron a aparecer cuerpos, los pobladores comenzaron a asociar una cosa con la otra. Son los propios pobladores isleños los que, con sus relatos, contribuyen a rearmar la trágica historia. Por la prolongación de los vuelos en la zona y la cantidad de testigos, yo hablaría con prudencia del lanzamiento de centenares de cuerpos…Es decir, hasta el momento está reconstruida la historia de lo que ocurrió por los numerosos testimonios.

 

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APU: ¿Qué pasó en la Justicia todo este tiempo con los vuelos en el Delta? ¿Por qué recién ahora parece que se avanza en el tema (hubo otras causas que no siguieron con el tema…)?

FM: Yo hice una presentación judicial en el año 2016, pero la causa no tuvo avances, por ahí se consideraba que faltaban elementos concretos para una búsqueda. Ahora es diferente, la Justicia interviene y la investigación toma otro volumen. Por ahí faltaba, además, comprender la dimensión que tuvo el tema en el delta entrerriano. Ha tomado intervención Josefina Minatta, que es la fiscal federal de Concepción del Uruguay y Gualeguaychú, con participación del juez federal Pablo Seró, y se sumó como querellante la secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Lo interesante es que, a 40 años de los hechos, siguen apareciendo testigos que aportan nuevos elementos para trabajar. La verdad es que, en el caso de los pobladores, les costó vencer el miedo que les plantaron en esa época, ya que advertían o amenazaban a quien denunciaba vuelos o hallazgo de cuerpos. Creo que estas causas, además, tienen que ver con los tiempos políticos en alguna medida. Ahora también comenzó a trabajar el Equipo Argentino de Antropología Forense, que tiene mucha experiencia y un reconocimiento internacional. Creo que la tarea periodística tiene un límite, que es donde se abre el paso de la Justicia.

APU: Cuéntenos de su investigación «El lugar perfecto». ¿Cómo llegó a esos testimonios?

FM: En el año 2003 me llegó el testimonio de un policía que había trabajado en la zona, y relató que una novia le había contado que su padre y su tío habían encontrado un tambor de gasoil de 200 litros con un cuerpo, tapado con cemento, y que le habían dado cristiana sepultura. A partir de allí empecé a buscar si había sido un hecho aislado, o había más. Y así fue que comenzaron a surgir testigos que hablaban de los vuelos de helicópteros y aviones que lanzaban cuerpos. Por el miedo, en varios casos costó conseguir que los vecinos de Villa Paranacito contaran el horror que habían vivido, una pesadilla realmente.

Cuando tuve los testimonios para rearmar la historia, elaboré el libro “El lugar perfecto”, que precisamente alude a la zona elegida, ideal para el propósito de que muchos restos no aparecieran jamás. El libro actuó además como un motor que generó nuevos testimonios, que además me siguen llegando. Algunos hablan de un cementerio clandestino y de otros detalles que empujan a seguir trabajando en el tema. La verdad es que la búsqueda es compleja por las características del lugar y por el paso de los años, pero creo que hay que trabajar con esperanza. Desde el comienzo, mi objetivo fue que no desapareciera también la historia…