«Nueva etapa», «unidad», «mejor clima», «esperanza» y «2023» fueron los conceptos que eligieron los dirigentes del FdT durante los últimos días a raíz de la asunción del expresidente de la Cámara de Diputados al frente del Ministerio de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura.

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En solo 32 días, el Frente de Todos pasó del impacto que generó la renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán, en medio de cuestionamientos de sectores del oficialismo, a apuntalar el clima de «unidad» a partir de la llegada de Sergio Massa al Palacio de Hacienda, con la expectativa de consolidar una estabilización que logre resultados antes de las próximas elecciones.

«Nueva etapa», «unidad», «mejor clima», «esperanza» y «2023» fueron los conceptos que eligieron los dirigentes del FdT durante los últimos días a raíz de la asunción del expresidente de la Cámara de Diputados al frente del Ministerio de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura; pero para llegar a este camino la coalición oficialista atravesó un cimbronazo que obligó a una tregua entre las partes.

Hace poco más de un mes, el 2 de julio último, mientras la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner brindaba un discurso en Ensenada con cuestionamientos a los lineamientos económicos, se produjo el momento más tenso de la coalición con la inesperada e intempestiva renuncia de Guzmán a través de Twitter.

Tras el impacto que produjo esa dimisión sorpresiva, las críticas y mensajes cruzados entre el kirchnerismo y los referentes cercanos al presidente Alberto Fernández cesaron y se descongeló la relación entre el Jefe de Estado y la vicepresidenta, quienes se reencontraron y mantuvieron distintas reuniones a solas, además de otras en las que se sumó Massa.

Con los incrementos de precios a la orden del día, el Gobierno debía nombrar a un nuevo ministro al frente de Economía con urgencia y, tras varias reuniones en la Quinta de Olivos y en la Casa Rosada entre los principales referentes del FdT, se designó a Silvina Batakis, quien ocupaba la Secretaria de Provincias dentro del Ministerio del Interior y había sido ministra de Economía durante la gestión de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires.

En lo político, Batakis comenzó con el pie derecho y obtuvo el visto bueno de la mayoría de los sectores que componen el frente, en particular de los gobernadores, pero ese respaldo inicial viró a cierta percepción de soledad y de inquietud cuando los indicadores económicos empezaron a mostrar que estaba en curso una fuerte presión cambiaria de sectores del poder concentrado.

Tras la renuncia de Guzmán, las críticas del kirchnerismo se concentraron particularmente en la actuación que había tenido el exministro y ya no hubo cuestionamientos generales al Ejecutivo.

El 8 de julio, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró un cine teatro en El Calafate y su discurso tampoco fue crítico, por lo que se confirmaba el cambio de postura y la decisión de todas las partes del FdT de priorizar una acción conjunta y acordada para afrontar la emergencia.

Con Batakis en Economía, creció la figura del reciente designado ministro de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli, que había reemplazado el 15 de junio pasado a otro funcionario cuestionado por el kirchnerismo, el economista Matías Kulfas.

Todas las miradas dentro de la coalición se centraron en el exgobernador bonaerense y más de uno lo pensó como el posible candidato de la unidad del FdT en 2023, y desde el entorno del dirigente comenzaron a rearmarse como lo habían hecho en 2015, cuando fue candidato presidencial del Frente para la Victoria y perdió frente a la alianza Cambiemos de Mauricio Macri.

Ese detalle no fue pasado por alto entre los dirigentes más cercanos a Massa, creador del Frente Renovador en 2013, quien hace tres años se sumó al FdT luego de compartir un café con Alberto Fernández y poco después confirmó que sería candidato de la coalición en el primer lugar de la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires.

Hace unos meses, tras la incorporación de Scioli al Gabinete, los referentes bonaerenses del massismo hicieron circular la preocupación y el malestar de ese espacio incluso con el propio Massa; planteaban que el entonces titular de la Cámara baja debía cambiar de postura, tener más presencia territorial y asumir una mayor centralidad en las decisiones del FdT.

Así fue que el 15 de julio en la localidad bonaerense de San Fernando, en un encuentro del Frente Renovador del que participó el propio Massa, distintos dirigentes del sector coincidieron en que todavía había «tiempo para lograr encauzar la gestión de Gobierno» y sugirieron que esa tarea debía recaer en el entonces titular de la Cámara baja.

Con el Frente Renovador reclamando más protagonismo, pero con la unidad y el diálogo recuperado entre el Presidente y la Vicepresidenta, se configuró un escenario que no les alcanzó a algunos grupos concentrados, quienes lanzaron una fuerte embestida que llevó al dólar ilegal a superar el umbral de los 350 pesos, con días inciertos en materia financiera.

La incertidumbre se había profundizado por declaraciones de economistas y legisladores de Juntos por el Cambio que plantearon que en el Gobierno estaban preparando una postergación compulsiva de bonos en pesos, lo que configuró un escenario frente al cual la coalición gobernante reaccionó con una certeza: había que dar un gesto político contundente.

El rumor de nuevos cambios en el Gabinete comenzó a circular tal como había ocurrido tiempo atrás, pero ahora la situación era diferente porque Batakis se encontró con señales de distancia de algunos pilares de la coalición, entre ellos los gobernadores del PJ.

Una de las noticias que corrió desde Capital Federal era que la Nación podría llegar a recortar o congelar las partidas presupuestarias para las provincias, lo que puso en alerta a los mandatarios que activaron rápidamente las llamadas por teléfono entre ellos y terminaron organizando un encuentro a las apuradas en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).

Ese mismo día, el 27 del mes pasado, el Presidente los convocó a un encuentro improvisado y allí se pidió que hubiera una reorganización del Gabinete, en particular del equipo económico: incluso más de un mandatario puso en consideración el nombre de Massa.

«Sergio es un amigo», deslizó un experimentado gobernador del norte argentino.

Al día siguiente, Alberto Fernández tomó la decisión de reestructurar el Gabinete y Massa fue designado al frente del Ministerio de Economía, que reúne a los exministerios de Desarrollo Productivo y de Agricultura, Ganadería y Pesca.

A diferencia de Batakis, Massa logró la reunión con Cristina Kirchner, que lo recibió en su despacho del Senado antes de asumir y que luego quedó plasmada en una foto con peso político.

Así, las tres patas del FdT se alinearon junto a los movimientos sociales y las centrales obreras, y este último gesto político con Massa al frente de Economía alcanzó a los mercados financieros: el dólar ilegal retrocedió a menos de $300 y el clima en los pasillos de la Rosada cambió, por lo que la esperanza para el 2023 inundó a todos los despachos, aunque algunos prefieren ser cautelosos y esperar a los primeros resultados positivos del tigrense, mientras Scioli volvió a la Embajada en Brasil.

Sin embargo, las señales no fueron todas tranquilizadoras para el FdT, ya que dos espacios aliados, el Frente Patria Grande de Juan Grabois y Unidad Popular de Claudio Lozano, plantearon diferencias públicas con los lineamientos económicos del Gobierno y amenazan con irse de la coalición.

Por lo pronto, en el FdT prevalece el acuerdo y la expectativa está depositada en las medidas de impacto rápido que está lanzando Massa, con el objetivo de estabilizar en el corto plazo y sumar reservas, mientras que en lo político el desafío está en que la percepción del riesgo retroalimente el diálogo al más alto nivel que regresó entre los distintos sectores de la coalición.