En las últimas dos décadas, la tala extensiva de bosques para su reconversión en tierras para cultivos comerciales o la ganadería, se concentró en un 70 por ciento en el monte chaqueño, hogar de la cooperativa apícola Coopsol, que desde 1992 se constituyó en un freno a las topadoras y agrotóxicos a través de la producción de miel orgánica de campesinos y familias locales.

 

Coopsol está ubicada en Santiago del Estero y forma parte del Consorcio de Cooperación Wayra junto a la Asociación de Productores Orgánicos del Norte Argentino, y lograron establecer el control íntegro del circuito productivo, desde la producción hasta la comercialización, bajo los valores cooperativos y solidarios, con más de 100 productores santiagueños y chaqueños.

La empresa social implicó un cambio de paradigma para la región, que ve año tras año perder sus bosques nativos, pese a las prohibiciones provinciales y nacionales de explotar territorios tan preciados por su biodiversidad y por contener las mayores reservas de agua potable del país: desde el 2000, aproximadamente 3,5 millones de hectáreas de monte se convirtieron en territorio agropecuario, especialmente para el monocultivo de soja transgénica o ganadería vacuna.

“Nosotros tenemos incidencia indirecta sobre las áreas de avance de la agricultura, pero más directamente en las regiones donde se ha impuesto la ganadería sobre el monte chaqueño. Aunque el desmonte ha sido frenado por una ley provincial, durante los primeros años de la expansión de la actividad no se necesitó una regulación, porque el propio campesino impedía su destrucción para evitar perder sus tierras de pastoreo o producción”, dijo a Ansol el secretario del Consejo de Administración de Coopsol, René Sayago.

Otro de los motivos de la ampliación de la frontera agropecuaria en la región chaqueña está dada por la diferencia de precios de la tierra comparado con los ubicados en los lugares más fértiles del país: unos 400 o 500 dólares la hectárea, frente a los 15 mil de la región pampeana.

Sin embargo, la explotación intensiva de estos suelos recién desmontado trajo consigo graves problemas para las poblaciones, como la desertificación y la pérdida de biodiversidad, hasta las inundaciones, ya que los cultivos no son capaces de absorber las lluvias, y con ello, no sólo se pierden las cosechas, sino que los pueblos y ciudades se ven anegados.

Coopsol

Por ello, el trabajo de Coopsol se muestra como un ejemplo a nivel regional, en tanto permite el desarrollo económico colectivo por medio de una producción sustentable como es la apicultura, en consonancia y respeto al medio ambiente.

“La falta de política provincial y nacional en torno a los bosques nativos hace que sea difícil nuestra tarea, pero la miel orgánica tiene un precio diferencial en el mercado, y encima la producción se exporta en su gran mayoría, porque el consumo interno es muy pequeño. Esto demuestra que la apicultura orgánica ha sido una decisión acertada y la producción sustentable es lo mejor que se puede hacer, ya que ha generado recursos para las comunidades que han decidido quedarse en su territorio”, sentención Sayago a esta agencia.