Algunos republicanos, entre ellos el líder de la bancada del Senado, Mitch McConnell, cerraron filas tras los esfuerzos del presidente de disputar los resultados electorales.
La transición en Estados Unidos se sumió aún más en la incertidumbre luego de que el presidente Donald Trump bloqueara el proceso de traspaso del poder al mandatario electo Joe Biden y de que su fiscal general autorizara al Departamento de Justicia a investigar si hubo fraude en las elecciones de este mes.
Biden prepara su gobierno y Trump no deja la Casa Blanca
Biden, en tanto, sigue adelante con los preparativos de su futuro Gobierno, y el lunes nombró a un comité de científicos que encabezará la lucha contra el coronavirus.
Pero el organismo federal que debe dar la luz verde al inicio de la transición se abstuvo hasta ahora de dar ese paso.
Mientras la Administración de Servicios Generales (GSA), cuya jefa fue designada por Trump, no notifique que Biden es el presidente electo, no pueden entregarse las oficinas y los fondos para el proceso.
Un vocero de la GSA dijo la noche del lunes que aún no había habido una «comprobación» fehaciente del ganador e insinuó que no pondría en marcha la transición hasta que Trump acepte su derrota o hasta la reunión del Colegio Electoral del mes que viene.
Trump permanecía en la Casa Blanca y continuaba sin mostrarse en público, en medio de conversaciones en curso sobre cómo pasará los próximos días y semanas mientras disputa el veredicto de las urnas.
Trump permanecía en la Casa Blanca y continuaba sin mostrarse en público, en medio de conversaciones en curso sobre cómo pasará los próximos días
Varios allegados al presidente no identificados citados por CNN y otros grandes medios del país afirmaron que el mandatario no prevé aceptar formalmente la victoria de Biden, algo que es una costumbre, no una ley que deba cumplir, pero que probablemente dejará vacante la Casa Blanca, aunque a regañadientes, al cumplir su mandato.
Además, mientras el mandatario republicano sigue negando su derrota, la Casa Blanca lanzó una purga de funcionarios a los que ve como insuficientemente leales.
Se espera que la destitución de Esper, el secretario de Defensa, sea el primera de una serie más larga de despidos ordenados por Trump, ahora liberado de tener que enfrentar otra vez a los votantes y molesto con aquellos a los que percibe como fieles en estos momentos de deriva.
Los directores del FBI y de la CIA, Christopher Wray y Gina Haspel, respectivamente, y el principal epidemiólogo del Gobierno, doctor Anthony Fauci, podrían ser los siguientes en caer en desgracia.
El presidente recibió la noche del lunes un espaldarazo a su pelea de parte de McConnell.
«Tenemos en su lugar el sistema para considerar este tipo de temores (de fraude), y el presidente Trump está ciento por ciento en su derecho de investigar denuncias de irregularidades y de sopesar sus opciones legales», dijo McConnell en el Senado.
El líder de la bancada demócrata, Chuck Schumer, respondió que la negativa a aceptar los resultados era «extremadamente peligrosa, extremadamente venenosa para nuestra democracia».
Un senador republicano felicitó a Trump y otra habló de su «aparente victoria», pero el resto de los legisladores del partido han guardado silencio sobre los comicios, teniendo en cuenta el enorme apoyo que cuenta el presidente entre los seguidores más ardorosos de la agrupación.