Tras el accidente que le costó la vida a Daniela, reflexiones sobre «lo que veo en el río»

 

Accidente

Transcurrió una semana de aquel viernes fatal, donde Daniela y su marido salieron a remar, y fueron embestidos por una Lancha Colectiva en el Río Tigre.

La única oportunidad que tuvo, se la dio Sofía, una isleña de tan sólo 21 años, quien se lanzó desde la ventana de otra Lancha colectiva para sacarla del río y evitar que se ahogara.

Allí, pequeña ella;no pensó, sólo sintió… y ante la mirada absorta de todos los presentes, la inacción de Prefectura Naval y el resto de las tripulaciones, logró darle una oportunidad a Daniela.

Su marido, salió ileso, pero días después, el cuerpo de Daniela no resistiría las graves heridas provocadas por la hélice de la Lancha, y perdería la vida.

Durante toda la semana, se gestionaron reuniones, se movilizó la comunidad y el río también cambió.

Aquellos que lo transitamos a diario podemos muchas veces sentir cómo late…

Lo que Veo en el río, es bronca… y no la bronca transformadora, la peor bronca de todas las broncas.

Veo, lanchas Colectivas que les pasan aún más fuerte a los remeros, en una suerte de venganza absurda;

Veo remeros, que miran y maldicen a toda embarcación que tenga un motor y se les acerque, aunque sea a bajísima velocidad;

Veo Clubes de remo indignados pero sin autocrítica;

Veo Empresas de Transporte que no reconocen que existe un grave problema;

Veo Catamaranes que giran en el Río Tigre como si nada hubiera pasado;

Veo a Prefectura Naval sin acción, si reacción;

Veo la indiferencia ante Sofía, quien arriesgó su propia vida por el otro, pero sus carencias y sus necesidades siguen allí;

Veo rivalidades: Lancheros contra remeros; remeros contra lancheros, isleños contra remeros, isleños contra lancheros; catamaranes contra isleños, empresas contra todos; remeros contra todos, todos contra todos…

Veo al Municipio de Tigre y a la Unidad Ejecutora del Plan de Manejo del Delta, tratando por todos los medios de empezar a hacer algo con el caos de tránsito que existe en el río.

Veo peleas, culpas que se disparan de un lado a otro.

Quizás, como consecuencia de una sociedad en su mayoría católica donde la “culpa” tiene un lugar fundamental en los conflictos, desde hace 2019 años.

La “culpa”, siempre ocupa el lugar de la “responsabilidad”.

Cuando los integrantes de una sociedad no pueden hacerse responsables de sus errores, asumirlos y trabajar para solucionarlos; sobreviene “la guerra de las culpas”. El ansia de «crucificar» al culpable, y buscándolo se nos van las vidas.

Si lográramos VER las “responsabilidades”, todos podríamos hacernos cargo de ellas, y asumir de una vez por todas, que el Río ES lo que ES, debido a nuestro accionar.

Sin embargo, esto no significa que debamos resignarnos. Al contrario. Asumiendo la parte de responsabilidad que todos tenemos, podemos “aprender”.

NO olvidar a las víctimas, nos hace aprender.

Quizás una forma de que se tome conciencia, sería anotar en una gran lista a la vista de todos, los nombres y las fotos de cada víctima fatal del Río. Tenerla presente y cuidar de que NO aumente jamás.

No es una buena promoción turística, pero sí, es una buena promoción del cuidado de la VIDA DE LAS PERSONAS.

Me asusta lo que hoy veo en el río… la bronca no puede tomar otra forma más, que la de ser el impulso para transformar una realidad.  Cualquier otra forma que tome, tiñe nuestros ríos de más muertes, más indiferencia y más individualismo.

Todos somos responsables.

Transformemos la realidad para que «nuestros ríos nos unan…»

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