La pobreza energética es sensiblemente distinta entre la población que vive en hogares con acceso al gas de red y los que no acceden al gas de red.

 

No es menor la decisión del gobierno nacional de empezar a considerar la pobreza energética como un indicador relevante para analizar la calidad de vida de la población.

En efecto, da cuenta –a confesión de parte- de la necesidad de prestar mayor atención a la vulnerabilidad social que deriva de la brutal alteración del esquema tarifario en la Argentina durante 2016 y en el transcurso de 2017.

En este trabajo se desarrolla un estudio de la pobreza energética en los hogares de CABA y AMBA (Región metropolitana) considerando la actualización de los cuadros tarifarios tarifarios de gas, electricidad, y el precio de mercado de la garrafa vigentes a abril de 2017.

Los aumentos tarifarios dispuestos por el gobierno nacional durante 2016 y la primera parte de 2017, sumado al incremento sostenido del precio de los alimentos y la evolución de los salarios por debajo de la inflación, han provocado que el porcentaje de ingreso neto de gastos alimentarios promedio de los hogares de la región dedicado a satisfacer los gastos energéticos ascienda a un 21%.

Los niveles de pobreza energética, ascienden a casi un 53%, y los pobres energéticos severos -aquellos que dedican más de un 10% del ingreso total familiar para gastos energéticos- a más de 27%.

La pobreza energética es sensiblemente distinta entre la población que vive en hogares con acceso al gas de red y los que no acceden al gas de red. Mientras que los hogares sin acceso se abastecen de energía exclusivamente con electricidad y garrafas -con un costo sensiblemente superior-, también tienen ingresos familiares promedio inferiores, lo que genera un nivel de vulnerabilidad mayor.

En los hogares con acceso al gas de red la pobreza energética se ubica entre 49,01% y 48,77%, considerando quienes tienen acceso al agua y los que no la tienen -respectivamente-. Ese guarismo se eleva a 65,87% para los que no tienen acceso al gas y sí al agua, y 53,69% para los que no tienen acceso al gas y tampoco a la red agua.

Para los considerados pobres energéticos severos, los datos son más elocuentes: con acceso a gas y agua ascienden a 16,95%, con acceso a gas y sin acceso a agua 24,67%, sin acceso a gas y con acceso a agua 51,84% y sin acceso a gas y sin acceso a agua 38,09%.