Si todo lo que sucede no es cuestionado severamente, pensamos que todo es natural

 

Ante la intención del gobierno nacional y de las corporaciones empresarias de llevar adelante una nueva flexibilización laboral, la pregunta es: ¿la ley de flexibilización laboral viene a transformar nuestra estructura económica y la forma ocupacional en el mundo del trabajo o viene a legalizar/formalizar lo existente, y a profundizar la situación de explotación y desorganización de la clase trabajadora?

Hagamos un ejercicio de preguntas y respuestas: ¿Hay desocupación estructural en la Argentina? ¿Trabajo en negro? ¿Trabajo esclavo? ¿Trabajo tercerizado? ¿Trabajadores independientes? ¿Trabajadores changas? ¿Trabajadores temporarios? ¿Trabajo gratis? ¿Más de 8 horas de trabajo? ¿Incremento del trabajo? ¿Trabajo multifuncional? ¿Diferencial salarial?, ¿Aumento de la edad jubilatoria? etc., etc.

La respuesta nos explicita categóricamente que la flexibilización laboral existe en la Argentina -viene siendo implementada en este proceso histórico que ya data de 43 años– y, por otro lado, las leyes impulsadas vienen a legalizar un hecho práctico y a profundizar la situación existente (tanto en el ámbito privado como en el estatal).

El hueco leguleyo, fundamentado en la dificultad económica de las empresas, del uso preventivo de crisis (Proceso Preventivo de Crisis) autoriza legalmente, por ejemplo, a Carrefour a indemnizar al 50% y suspender a sus trabajadores. La Corte Suprema de la Nación acaba de determinar en un fallo (Médico Martín Rica / Hospital Alemán), que los monotributistas no son trabajadores, ya que la CSJN no reconoce relación laboral entre las partes.

Acá está: esta es la justicia colonizada blanqueando la situación existente en el mundo del trabajo y sentando jurisprudencia para profundizar la miseria laboral; todo esto en relación directa con los proyectos de reforma laboral presentados en el Congreso de la Nación (27/04) por el Poder Ejecutivo de la Nación.

Entonces, ¿podemos desde las diferentes centrales de trabajadores, desde cada sindicato, militancia gremial, política e intelectual, decir que no estamos de acuerdo con las leyes presentadas que hacen a reformas laborales en contra de los intereses de la clase trabajadora?

Por supuesto que sí, pero no desde la concepción en la que pareciera que esta reforma viene a cambiar drásticamente algo no existente. El aporte es debatir desde qué cuadro de situación debemos plantearlo. Hay que levantar la mano y oponerse a las leyes que vienen por lo que nos queda, pero también hay que poner el cuerpo en acción para revertir la situación de flexibilización constante de los derechos de la clase trabajadora que venimos arrastrando en años, que son décadas. Sin desconocer lo construido parcialmente, en materia de puestos de trabajo (6 millones) y derechos, por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003-2015).

No obstante, cabe señalar que, para una parte del campo popular la contradicción esencial en la sociedad capitalista que vivimos no es la contradicción entre el capital y el trabajo. Y así, surgen innumerables discusiones sobre quién es el sujeto social del cambio. Vale aclarar que uno entiende que en la Argentina cualquier proceso de liberación nacional y social es de corte popular. Lo anterior no quita que la hegemonización del bloque social de liberación es de la clase trabajadora.

El capitalismo penetra por todos lados. Sus objetivos siempre son los mismos. Hace creer que la clase trabajadora es diminuta. Logra que las/los trabajadoras/es no se sientan parte de la clase a la que pertenecen, y que mucha/os de ellas/ellos voten sus programas.

Sumado a la confusión del campo popular, los primeros de mayo todas y todos te desean feliz día del trabajador/trabajadora (incluido centrales de trabajadores, sindicatos y dirigentes sindicales).

Los primeros de mayo son para tomar conciencia de la brutalidad del capitalismo, de su ideología individualista, de su feroz explotación, y de su vocación de destrucción constante hacia la humanidad y la madre tierra. El Capital nos combate a diario, no solo quitándonos la plusvalía de nuestra fuerza de trabajo, sino también quitándonos la plusvalía de nuestro pensar.